003. ¿Contra la violencia de género?
Hace unos días leí en el muro del facebook de una amiga un mensaje que buscaba denunciar la violencia contra la mujer, el párrafo iba en el sentido de enfatizar que mientras tu violentas a tu mujer habrá algún otro hombre que la tratará bien (“mientras pegas a tu mujer, hay un hombre deseando hacerle el amor”), seguido del mensaje pega esto en tu muro y denuncia la violencia de género.
Nunca me quedó claro cómo una seguidilla de frases tan cursis y machistas podría denunciar la violencia de género. ¿“Tu mujer”? Sí, mi mujer; mi propiedad, mi costilla, mi gila, flaca, mi lonchera. Debo tratarla bien, no por el tema ese del respeto sino porque un tiburón está rondando y al menor descuido puede quitarme el objeto.
Tal vez mi amiga no lo pensó muy bien y tuvo la intención de apoyar la noble causa. Sin embargo, en los siguientes días el mensaje apareció en el muro de otra amiga, y debajo el pulgar alentador de varias de su red. Las dos son jóvenes, entre 20 y 21 años, inteligentes, seguras de sí mismas y empoderadas, entonces ¿por qué avalarían semejante mensaje?
Luego lo vi varias veces más. La frasecita apareció en la revista Domingo de La República y en la leyenda señalaba que los redactores (hombres y mujeres especificaban) la suscribían plenamente. Entonces la cosa ya no me pareció tan fortuita.
¿Tan interiorizado y naturalizado está nuestro machismo que una frase cómo esa no sólo pasa desapercibida sino que es alentada y usada como emblema de la lucha contra la violencia de género? ¿O es que sencillamente no nos damos el tiempo para fijarnos cómo están dichas las cosas y las connotaciones que ésta pueda tener? ¿O tal vez las mujeres, más sensibles e inteligentes, entendieron que la única forma de evitar la violencia es hablarnos en nuestro idioma de machos y darnos por donde más nos duele? Si fuera lo último no sabría si sacarme el sombrero por la estrategia o claudicar en esta guerra perdida.
Con todo este boom de las redes sociales, aparecen muchas causas nobles a las cuales sumarnos: calentamiento global, hambre de los niños de algún país africano, los pobres perritos, un desastre natural y así sucesivamente. Así uno no quiera, las ves. El apoyarlas se vuelve una tendencia que debemos seguir para mantener un status dentro de nuestro círculo social cibernético. Se vuelve in la protesta, in lo “social” y deja de importar el fondo del asunto, lo importante es que lo hagamos, y sobre todo que se vea que lo estamos haciendo. Criticar la forma como se hacen estas pseudo denuncias se vuelve demasiado soso o mala onda para ser permitido en páginas como facebook, donde lo que interesa es el mensaje directo y efectista. Es precisamente este tipo de actitud la que potencia el status quo.
Promover la denuncia contra la violencia de género es muy positivo, pero si lo hacemos con un mensaje intrínsecamente machista y con una visión de género sometida a lo masculino, inconscientemente promovemos las condiciones para que ésta se siga dando. Entonces la buena intención se vuelve dañina y quien la fomenta no sólo peca de ignorancia sino de negligencia.
En tiempos donde las redes sociales convierten cualquier texto en información, y donde una frase posteada en tu muro o escrita en cualquier blog vale igual que una editorial o un elaborado ensayo, se hace necesario ir más allá del mero manifiesto. Se vuelve imprescindible reflexionar sobre el significado del lenguaje que utilizamos a diario y sobre los prejuicios que éste puede expresar.