02. Argentina: Seminario Teorías sur-sur. Diálogo Multidisciplinario y Trans-regional sobre Derechos Humanos, Género y Sexualidades

¿Qué es lo que se nombra al hablar de un “Sur Global”? ¿Qué implica pensar categorías analíticas “propias” de o para estos contextos? ¿Cuál es el papel de los flujos de capital a la hora de definir temáticas de interés y posicionamientos teórico-políticos? ¿En qué consiste un conocimiento “localizado”? ¿A qué humanidades y a qué universos sirve la Declaración Universal de Derechos Humanos? Treinta intelectuales de África, Asia y América Latina se reunieron en Buenos Aires la semana pasada para abordar estas cuestiones en su intersección con el estudio de las dimensiones políticas de la sexualidad, convocados por un inquieto grupo de especialistas locales.

El evento en cuestión fue la Semana Sur-Sur sobre Sexualidades y Política, organizada por investigadoras/es del Grupo de Estudios sobre Sexualidades delInstituto Gino Germani, Universidad de Buenos Aires, y del Centro de Estudios de Estado y Sociedad – CEDES, que se llevó a cabo en Buenos Aires del 28 al 30 de abril. La iniciativa reunió a docentes e investigadoras/es de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Kenia, Lesotho, Nigeria, China, Hong Kong e India. El público de investigadores, estudiantes y activistas argentinos interesados en participar de este debate colmó las instalaciones del CEDES y del Instituto Gino Germani.

A partir de variados recorridos políticos, docentes y de investigación, los académicos convocados debatieron sobre los lazos entre sexualidades, género, política, derechos, movimientos sociales, salud y desigualdades estructurales, interrogando a la vez los sentidos de una perspectiva sur-sur, es decir, descentrada con respecto a la hegemonía del eje Europa Occidental – América del Norte en la producción y circulación de conocimiento. Fue un logro de este seminario el poner en diálogo perspectivas teóricas y metodológicas para investigar acerca de las dimensiones políticas de la sexualidad en contextos heterogéneos pero comparables, democracias en construcción cuyas concepciones incluyen cuestiones de justicia social y erótica, herederas de importantes luchas sociales, ámbitos donde los feminismos y movimientos LGBT se han convertido en actores legítimos de la política nacional y los estudios de género y sexualidades van estableciéndose en las universidades.

La interseccionalidad como problema epistemológico

La Semana Sur-Sur fue un espacio para pensar las diversas formas en que género, sexualidad, clase, raza y generación se interrelacionan en la realidad socio-política de cada país. Al retomar los orígenes de la perspectiva analítica denominada “interseccionalidad” en el feminismo negro y chicano, a partir de la década de 1970, en ámbitos contraculturales norteamericanos, la antropóloga Mara Viveros, de la Universidad Nacional de Colombia, destacó la importancia de tener en cuenta la localización en que se inscriben las investigaciones, así como el cruce conceptual que las enmarca.

Por su parte, la socióloga Karabo Mokobocho Mohlakoana, proveniente de Lesotho, destacó la importancia de considerar los posicionamientos sociales y políticos en que las y los investigadores se encuentran, dado que estos también son constitutivos de los trabajos científicos que ellos desarrollan. En ese sentido, la experiencia personal o biografía de vida es una fuente potentísima de crítica epistemológica. En su exposición, Karabo señaló la utilidad teórica de la noción captada por estar o transitar “entre” (in-between) para dar cuenta de la desterritorialización como experiencia y como perspectiva de conocimiento. Se refirió al tránsito cotidiano de hombres y mujeres entre Lesotho, nación completamente rodeada por otra (Sudáfrica), con construcciones diferenciadas de blanquitud y negritud. Asimismo, comentó acerca del lugar liminal de las personas “de color” (coloured), categoría establecida por el Apartheid sudafricano, que las diferencia tanto de negros como de blancos.

Nyokabi Kamau, socióloga keniana, explicó que en su país la comprensión interseccional de la sexualidad es guiada por una perspectiva de la salud, donde los temas relacionados con el afecto y las emociones no son considerados y cualquier ejercicio de la sexualidad fuera del marco reproductivo es considerado de manera peyorativa y condenada moralmente. De ahí que las investigaciones sobre género y sexualidad se concentren en temas como VIH/sida, iniciación sexual o sexo marital, dejando de lado materias vinculadas al estudio de las sexualidades disidentes o a cuestiones “emocionales”.

Charmine Pereira, investigadora y activista feminista nigeriana comentó que si bien el concepto de interseccionalidad es utilizado para evidenciar los modos en que opera la dominación, también es útil para mostrar cómo se estructuran los mecanismos del poder. Al respecto Nyokabi Kamau puntualizó que la elección de una teoría no puede ser inocente, pues ésta determina qué sujetos serán representados y cuáles permanecerán ocultos.

Academia, sexualidad y política

¿Cuál es el sentido de la labor intelectual cuando se piensa en sexualidades y política? La antropóloga brasileña María Luiza Heilborn (CLAM/IMS/UERJ) y los cientistas políticos argentinos Daniel Jones y Mario Pecheny (organizadores del seminario) presentaron recuentos históricos, tendencias actuales y cuestiones candentes en sus países. Ambas presentaciones señalaron la relación intrínseca que se establece entre academia, políticas públicas y movimientos sociales a la hora de tratar temas referentes a la sexualidad. Heilborn, Pecheny y Jones destacaron la importancia del feminismo en la conformación de este entramado, que logró legitimar académicamente su estudio y socialmente los sujetos abordados. Esta legitimación está condicionada por la demanda del activismo que, a partir del cuestionamiento sobre quiénes pueden hablar y respecto a qué temas, pone sobre el tapete a la producción intelectual como acto de representación, que a su vez es generadora de identidades.

Adicionalmente, los politólogos argentinos dejaron planteada la pregunta acerca del costo que las y los investigadores están dispuestos a pagar frente a estas interpelaciones cruzadas de los sujetos sociales representados, los pares académicos y las demandas del activismo y del propio Estado. Respecto a este punto, el antropólogo argentino Horacio Sívori (CLAM/IMS/UERJ) señaló como una vía para abordar esta cuestión observar críticamente los modos singulares en que se construye el investigador como actor tanto del campo académico como del político. En opinión de Sívori, esa interrogante es un ejercicio necesario en la producción de conocimiento –que es a la vez científico y político–, para librarse de aprisionamientos dicotómicos que reproducen la trampa de la representación (hablar de o por otro).

Sobre este punto, la investigadora mexicana Ana Amuchástegui (UAM-Xochimilco) observó el cuidado que deben tener los cientistas sociales para pensar fenómenos sociales relativos a la sexualidad sin imponer nociones heredadas de identidades sociales. Para Amuchástegui, este hecho guarda una relación con los circuitos de publicación, es decir, con los modos como circula el conocimiento. Un ejemplo de ello son las publicaciones académicas estadounidenses, cuyo énfasis sobre la identidad opaca otros vectores analíticos.

Respecto a la definición de temáticas y metodologías de investigación en el campo de la sexualidad, se señaló la incidencia que ha tenido en esta área la exigencia de que las universidades sean entes eficientes. Esto ha llevado a que las investigaciones en el campo de la sexualidad cubran períodos cada vez más cortos, en los que se hacen indagaciones de menor profundidad. En adición a ello, se señaló que el modo en que son implementadas las investigaciones determina también la elección de las temáticas de investigación en virtud de agendas establecidas por los entes financiadores tanto estatales como no gubernamentales. Sobre este punto, Nyokabi Kamau recalcó la importancia que tienen los estudios sobre VIH/sida en la legitimación de la enseñanza sobre sexualidad en las universidades, dado que la respuesta a la epidemia ha abierto la posibilidad de que otras cuestiones también sean abordadas. Sin el sida, señaló, algunas cuestiones aledañas no hubieran tenido cabida en las academias universitarias.

Producciones teóricas desde el sur

El seminario abordó los desafíos de construir teoría, historizar la práctica teórica, y discutir acerca de los diálogos y relaciones de poder Norte-Sur, así como los intercambios Sur-Sur, con sus desafíos y limitaciones. “¿Qué le podemos enseñar al Norte para teorizar sobre las sexualidades y el género?” fue la pregunta propuesta por los organizadores a las y los participantes. En su intervención, la socióloga chilena Teresa Valdés volvió sobre el entramado en el que se tejen las preguntas sobre sexualidad: la agenda de los movimientos sociales, la de las políticas públicas y la de las entidades financiadoras. En consonancia con intervenciones anteriores, Valdés destacó la proliferación del debate sobre sexualidades disidentes o “nómades” en Chile y su interconexión con determinadas demandas políticas.

Por su parte, la socióloga india Radhika Ramasubban señaló cómo en su país se equiparan los estudios de género con las temáticas referidas a la mujer y se identifica los estudios sobre sexualidad con el VIH/sida y la masculinidad. Ramasubban llamó la atención sobre el curso que han seguido las dicusiones sobre política sexual tanto en la India como en otros países de Asia, como Nepal, Tailandia e Indonesia, donde el uso de la categoría “tercer género” se está legitimando en prácticas estatales como la confección de documentos de identidad, los censos y el establecimiento de cuotas electorales.

Charmaine Pereira hizo hincapié en la responsabilidad que supone la producción de conocimiento y la participación de las mujeres en la academia, como contrapartida al poder político y como un modo de interpelar al androcentrismo y a lanorma heterosexista. Por ello, para Mara Viveros, los análisis interseccionales son un modo de poner esa máquina en movimiento, pues estos “permiten y propician una reflexión permanente sobre la tendencia que tiene cualquier discurso emancipador a adoptar una posición hegemónica y a engendrar siempre un campo de poder y de saber que porta en sí elementos excluidos, indecibles o disimulados. La actitud autocrítica que estimulan estos estudios consistiría en partir del principio de que siempre se efectúan exclusiones que no se pueden determinar por adelantado”, explicó la investigadora colombiana.

Como ejemplo de producción teórica del sur, los antropólogos brasileños Sérgio Carrara (CLAM/IMS/UERJ) y Adriana Vianna (Universidad Federal de Rio de Janeiro) rescataron la originalidad de los estudios sobre sexualidad en su país, que en la década de 1980 analizaron la intersección entre las demandas políticas de los movimientos LGBT y las identidades sociales reelaboradas a través de dichas demandas. El abordaje de las dinámicas del uso de categorías en el campo académico y en el campo político contribuyó al cuestionamiento acerca de la proliferación continua de nombres de lo sexual, así como a evidenciar las tensiones existentes entre esas categorías y los significados que estas adquieren en experiencias, prácticas, cuerpos e identidades. En este sentido, Vianna y Carrara se refirieron a la “cristalera teórica” en la cual las y los investigadores que trabajan con esta temática se encuentran atrapados, por el miedo a esencializar las categorías identitarias que deben utilizar inescapablemente para nombrar a los sujetos con que se encuentran e interactúan en sus campos de estudio.

La tensión más conocida y debatida se refiere al uso de categorías nor-occidentales como ‘homosexual’, ‘gay’, ‘lesbiana’, ‘LGBT’, ‘HSH’ o ‘MSM’ en variados contextos. Sobre este asunto la antropóloga Sealing Cheng (Wellesley College) planteó formas distintas de hacer etnografía en escenarios como el de la prostitución, donde quienes ejercen este oficio con frecuencia son vistas/os como víctimas, frente a contextos culturales donde el erotismo adquiere otras formas y legitimidad, como ocurre con las mujeres casadas de mediana edad. Con esto, Cheng propuso un ejercicio que hiciera posible invertir las cargas en las que suele colocarse el foco de investigación sobre sexualidad, desexualizando lo hipersexualizado (la prostitución) y sexualizando prácticas que a simple vista parecen no estar marcadas por ese tipo de placer (la gastronomía, el juego, el cuidado de mascotas).

Para el investigador y activista argentino Mauro Cabral (Universidad Nacional de Córdoba), en la producción académica sobre sexualidad las categorías, los problemas y el modo en que son formulados hablan no sólo de una doble división, norte-sur por un lado y oriente-occidente por otro, sino también de una economía de las representaciones donde determinados sujetos son autorizados a participar solamente en calidad de objetos de estudio, convocados para “dar testimonio” pero impensables como productores de teoría. Asimismo, Cabral se refirió a la centralidad de la identidad como categoría estructurante de un corpus teórico, que impide pensar qué ocurre en la actualidad con los cuerpos sexuados. “Las exclusiones en el discurso se corresponden ampliamente con las exclusiones en la academia. Es decir, no se habla de determinados cuerpos, que tampoco tienen posibilidad de diálogo en la construcción teórica de sí mismos”, argumentó.

Epistemologías del sur, epistemologías regionales

La discusión propuesta condujo a interrogar las prácticas concretas desarrolladas en varias décadas de investigación que llevan al establecimiento de un campo de estudios sobre sexualidades en las ciencias sociales. ¿Existen tendencias y tradiciones epistemológicas y metodológicas específicas en cada región? ¿Cuáles son sus cánones y ortodoxias? ¿Qué heterodoxias son admitidas? ¿Qué violencias metodológicas y epistemológicas somos capaces de producir?

La especialista en salud sexual y reproductiva brasileña Vera Paiva señaló la importancia de repensar las concepciones sobre sexualidad con el fin de distinguir los procesos de estigmatización y de discriminación que produce la heteronormatividad en el área de la salud. La docente e investigadora expuso la necesidad de desarrollar una producción teórica que “responda a una conducta anti-imperialista que dé cuenta y mitigue la desigualdad en los países del sur”. Para ello propuso comenzar a producir lo que denominó tecnologías tanto ‘leves’ como ‘duras’ de formación de cuadros e intervenciones para llegar a las personas a través de las políticas públicas de salud.

La investigadora chilena Soledad Falabella presentó ESE:O, proyecto de investigación-acción del cual es directora, cuya finalidad es contribuir críticamente desde el campo de las humanidades al cambio social en un marco de justicia y de Derechos Humanos. En consonancia con lo expuesto por Paiva sobre la necesidad de una producción de tecnologías, ESE:O trabaja sobre la escritura (académica en este caso) como “lugar de fricción” en el que se coloca al cuerpo cuando se habla de sexualidad, relacionándolo con lo borrado y lo abyecto a través de una “crítica al trabajo académico dentro de las lógicas capitalistas y neoliberales de la academia del sur global, proponiendo dinámicas de articulación solidarias y de trabajo colectivo”.

Por su parte, el médico e investigador académico chino Peng Tao, al comentar los estudios sobre homosexualidad y sexualidad extramarital en China, reflexionó sobre el rol que las sexualidades disidentes o desobedientes tienen en ese país en la disminución del control que ejerce el gobierno sobre la vida sexual de sus habitantes. Según Tao, estas prácticas hacen frente a los estereotipos de género, por un lado, y al sistema estatal de control de la natalidad que tiene como base la familia nuclear, por otro.

Médico también, Carlos Cáceres (UPCH), investigador peruano especialista en salud pública, expuso algunas reflexiones en torno al quehacer de la investigación sobre sexualidad y derechos sexuales y reproductivos. Al revisar su propia trayectoria biográfica evidenció el descentramiento progresivo del cual han sido protagonistas las visiones críticas del sur con respecto a discursos hegemónicos en la prevención del VIH/sida. Cáceres relató el debilitamiento de otros discursos globales en salud sexual y reproductiva, cuya contrapartida es la activación de experiencias locales y la construcción de redes sur-sur.

Avanzando en el debate, la filósofa argentina Diana Maffía (actualmente diputada) rescató el valor dado en el seminario a la conversación y a lo que denominó una hermenéutica de la escucha, práctica que puede ser aplicada en políticas públicas. La legitimación de quienes dialogan, argumentó, es un punto estratégico en la construcción del poder. Sin embargo, al observar quiénes pueden acceder al diálogo, no debemos perder de vista con quiénes vamos a dialogar. Maffía hizo hincapié en distinguir el “poder resistencia” que se logra cuando es posible una autodesignación tanto individual como colectiva, frente al “poder de dominación” practicado en la heterodesignación, es decir, la designación de normas por medio de las cuales los sujetos serán luego identificados. “Nombrar, es también invisibilizar y eludir ciertas identidades”, afirmó.

El también filósofo argentino Eduardo Mattio (Universidad Nacional de Córdoba) centró sus comentarios en los desplazamientos sucedidos en el proceso de traducción de marcos epistemológicos heredados y –en consonancia con uno de los cuestionamientos centrales de este tramo del seminario– en tratar de elucidar qué violencias produce esta traducción. Para Mattio, pensarse como investigadores “excéntricos”, que habitan un territorio de frontera entre la academia y el activismo es una forma de devolver esa interrogación, de modo similar a lo expuesto por Sívori acerca de asumir la impureza de esta misma encrucijada como una condición emancipatoria.

Hacia una perspectiva sur-sur, la cuestión jurídica

Retomando los hilos políticos de la discusión en clave de culturas jurídicas nacionales, el juez federal brasileño Roger Raupp Rios preguntó qué hay de autóctono en el sur, al refirirse a modos colectivos de concebir el litigio, por ejemplo, a partir de demandas de los movimientos LGBT. Según Rios, estas acciones judiciales difieren con respecto de las premisas individualistas del liberalismo clásico e involucran cambios sociales de alcance generalizado, que son características del rol del Poder Judicial en el proceso democrático que Brasil atraviesa actualmente. Sobre este punto, Radhika Ramasubban indicó que si bien el derecho es una inspiración para el cambio social, el requisito de que las sociedades compartan la misma visión es indispensable para lograr una mudanza real. Charmine Pereira complicó esta pauta, al plantear la duda acerca “de qué derecho se habla cuando hablamos de derecho”, por ejemplo en un país como Nigeria, donde conviven tres sistemas jurídicos alternativos.

Acerca de la apropiación del lenguaje de los derechos, la antropóloga brasileña Sonia Correa aseveró que “la cuestión ya no es si los derechos humanos y la sexualidad pueden o no ser vinculados. De eso hablan hoy tanto la red de prostitutas latino americanas, personas VIH positivas, personas trans, como también prestigiosos juristas y estudiosas/os del derecho. La gran categoría paraguas de ‘Derechos Sexuales y Reproductivos’, que en su origen en los años 90 fue un hallazgo, ahora ya parece estar vacía de contenido. Esto es palpable en la separación que se observa en el campo político. De derechos reproductivos hablan feministas y jóvenes, de derechos sexuales hablan las personas LGBT”.

La rigidez en el uso de categorías conlleva a un silenciamiento de las sexualidades ‘desobedientes’, así como a lo que Carrara denominó “desplazamiento de las figuras del sexo”: se normaliza al homosexual y se patologiza al pedófilo, se normaliza a la prostituta (como víctima) y se criminaliza al cliente. A su vez, la historiadora argentina Dora Barrancosargumentó sobre la dificultad que supone que la sexualidad deba legislarse en la norma positiva. “Sexualizar el derecho implica construir una masa de identificación fija”, puntualizó.

Por último, la abogada y activista argentina Paula Viturro explicó que los derechos no son definidos sólo por cuestiones doctrinarias, de ahí la necesidad de preguntarse por los sistemas políticos en los que éstos se insertan. En Argentina, puntualizó, no existe la misma apertura teórica que en el derecho brasileño (tal como había sido expuesto por Raupp Rios), por lo que se hace imperioso poner la política en el centro de la discusión.

Una agenda

¿Cómo repensar “el sur” o “los sures”? ¿Qué significa reclamar espacios y perspectivas “propias”? o ¿cuál es el potencial y sentido de contribuir a una “ciencia universal”? ¿Por qué caminos es posible crear metodologías que permitan observar y pedagogías que permitan transmitir las complejidades y las singularidades de estas experiencias sociales, pero también las interconexiones entre estas historias y sus prácticas disidentes? ¿Cómo contribuir a la creación de alianzas a través de fronteras nacionales, regionales, disciplinares y entre diversas inserciones sociales? Durante la Semana Sur-Sur se desplegaron inquietudes en diversas capas o niveles (epistemológico, ético, metodológico, político, teórico) que, resituando los interrogantes iniciales, sirven como punto partida para el desarrollo de futuros diálogos e indagaciones.

*** La Semana Sur-Sur sobre Sexualidad y Política fue resultado de una convergencia entre el proyecto Incorporar las sexualidades en las currículas universitarias de Argentina, Chile, China, México y Sudáfrica y la labor del Grupo de Trabajo sobre Derechos y Políticas Sexuales, del Centro Latinoamericano en Sexualidad y Derechos Humanos – CLAM, con apoyo de la Fundación Ford.

Fuente: http://www.clam.org.br/publique/cgi/…



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