05. Honduras: Arte, feminismo y subversión

’Chepo’ es el término que se usa en el argot popular hondureño para designar a policías y militares que, desde el golpe de estado de 2009, han sido inculpados de graves violaciones a los derechos humanos de la población.

En noviembre pasado, el hijo de la rectora de la Universidad Autónoma de Honduras, Rafael Alejandro Vargas Castellanos, de 22 años, y su compañero Carlos David Pineda, fueron asesinados por un grupo de policías que se dieron a la fuga estando en custodia policial. Estos asesinatos se suman a la creciente ola de jóvenes asesinados en el país. Solo entre abril y junio de 2011 se contabilizaron 310 casos, según datos de Casa Alianza, organización que trabaja en el ámbito de derechos de la niñez y juventud en riesgo en Honduras.

Para combatir la supuesta criminalidad que ocasionan estos crímenes, el martes 6 de diciembre el Congreso Nacional decidió traspasar los poderes de la policía al ejército, lo que ha provocado la militarización del país entero. Esta ley autoriza la presencia de contingentes militares en diversas partes de Honduras, así como el ejercicio de funciones entre las que se encuentran el allanamiento de morada y detenciones.

En días pasados el Congreso Nacional aprobó la Ley de Escucha Telefónica, que permite a las autoridades escuchar las conversaciones telefónicas e intervenir los correos electrónicos, cuentas bancarias y el servicio de Internet de cualquier persona considerada sospechosa de actividades ilícitas.

Para denunciar esta situación, Gabriela Rueda y un grupo de mujeres artistas iniciaron en noviembre la campaña antichepística, que consistió en el desarrollo de actividades artísticas dentro de la Universidad Nacional Autónoma, entre las que se destacaron la construcción de siluetas de policías y militares apuntando a jóvenes, nombres de personas asesinadas, toneles con camuflaje militar y policial con etiquetas de jóvenes que han sido asesinados en el país.

La campaña que finalizó en el mes de diciembre sigue abierta deforma virtual, con la posibilidad de desarrollar acciones en el año 2012.

Hablamos con mujeres que tomaron parte en dicha campaña, cuyos nombres verdaderos no aparecen en esta entrevista por petición expresa de ellas, por su propia seguridad.

¿En qué consiste la campaña anti-chepística y de dónde surge la idea?

La idea surge de la realidad hondureña, de la realidad de las mujeres, de estar viviendo en un estado de militarización, en un estado policiaco y de la necesidad de denunciar el creciente índice de asesinatos de jóvenes, hombres y mujeres. Además, de la necesidad de denunciar las causas estructurales de la violencia que vivimos en el país, más allá de la policía y las fuerzas armadas, señalando con claridad a estos sujetos que son quienes poseen las armas y están entrenados para usarlas.

¿Qué están haciendo, como hacen el trabajo, son un colectivo? Es una convocatoria lanzada desde una organización concreta a grupos de jóvenes con los que hemos venido trabajando todo este año en procesos de formación política, de formación en salud sexual y reproductiva, de desarrollo artístico, de gente cercana, jóvenes que han estado de alguna manera relacionados entre sí.

La campaña ha tenido la facilidad de contar con la voluntad de muchas personas, muchas ideas y muchas manos; esta gente se ha juntado porque compartíamos sueños y aspiraciones.

¿Cuáles son las ideas que quieren colocar como tema de la campaña? Que no es posible que nosotras estemos viendo como normal que haya en las calles chepos, que haya militares, eso no es normal. Que parece que todos los días estemos en pie de lucha, eso no es normal, no estamos en estado de sitio, y no puede ser normal.

Que haya militares y policías en los almacenes o en las grandes franquicias, que «andan cuidándonos» y la gente lo ve como normal, que todo esté militarizado y eso es lo que me cuestioné: que eso no es posible.

¿Qué actividades está realizando la campaña anti-chepística?

Tenemos un blog que alimentamos a diario. Es un proyecto que venimos realizando en tres etapas: primero, generar una expectativa en los medios escasos con los que contamos (Internet, Facebook) en los espacios virtuales y en el desarrollo de algunas actividades presenciales como pintura de toneles de color moteado que es el color del ejército, construcción y colocación de figuras humanas que simbolizan a las asesinadas/os, entre otras actividades. Para esto ha sido importante en el trabajo que hemos estado realizando como feministas, como artistas, como resistencia.

Esta semana hemos arrancado con diferentes actividades dentro de la universidad de forma transgresora, puesto que no nos dieron permiso para realizar las actividades dentro de la universidad, así que muchas acciones tuvimos que realizarlas en los predios aledaños. Realmente la campaña ha causado mucho impacto porque se ha generado expectativa en los medios locales y de comunicación, especialmente con los y las jóvenes.

La campaña tiene una segunda etapa que es la militarización simbólica de la universidad; la idea es llamar la atención sobre esa naturalización que hemos hecho de la militarización del país, cómo la hemos incorporado a nuestra vida cotidiana, cómo, sin darnos cuenta, la hemos ido asumiendo. Luego hay una tercera etapa que es la desmilitarización de la Universidad, que lo que pretende es, precisamente, darle vuelta a esa realidad que hemos naturalizado, una realidad que sea más cercana a los sueños y aspiraciones que los y las jóvenes tenemos.

Sustituir esas acciones violentas por otras que generen esperanza y vida. Al finalizar la campaña se hará una comparsa donde se está invitando al público en general con mensajes de paz, anti-militaristas, con ruido y color.

¿Y qué tiene que ver el feminismo con todo esto?

Todo, la militarización es parte de nuestras vidas, de las vidas de las mujeres, de las y los jóvenes.

A veces se nos acusa de haber abandonado la agenda feminista, pero en nuestro caso no se puede construir esta agenda sin enfocar la realidad, que es grave, que nos está golpeando, que es parte de una realidad cruda que ha impactado en los altos índices de feminicidio, en la impunidad, en el estado de total indefensión en la que estamos como pueblo.

Creemos que esto es algo que tenemos que denunciar, insistir, hacer acciones porque nosotras como feministas proponemos una cultura de paz, de la paz que queremos en el mundo, en nuestras casas, en nuestra sociedad.

Queremos poder caminar por las calles pues para nosotras, mujeres jóvenes, el no poder caminar por las calles, pese a ser un derecho tan básico y tan vital para todo ser humano. Nosotras no lo tenemos y vamos a luchar por eso, desde nuestro feminismo y nuestras acciones.

Fuente: AmecoPress



Contenidos relacionados


¿Te gustó este artículo? Déjanos tus comentarios.