08. Argentina: Aprueban Ley de muerte digna
El Senado argentino aprobó por mayoría abrumadora una iniciativa de ley para «morir con dignidad», la cual busca darle a los pacientes terminales y sus familias más capacidad de decidir cómo pasar sus últimos días. La ley fue aprobada por una votación de 55 a cero, con 17 senadores ausentes.
Ahora, las familias argentinas no tendrán que luchar por hallar jueces que les ordenen a los médicos poner fin al apoyo vital a sus familiares moribundos o en un estado vegetativo permanente. Obtener dicha aprobación puede ser muy difícil en muchos países, particularmente en América Latina, donde la oposición de la Iglesia Católica aún es fuerte.
La ley, aprobada en la Cámara de Diputados el año pasado, se aplica tanto a los enfermos terminales como a los pacientes que sufren enfermedades o heridas irreversibles e incurables, y establece que tienen derecho a negarse a operaciones quirúrgicas, hidratación y nutrición, reanimación y sistemas de soporte vital.
En vez de buscar una orden judicial, todo lo que necesitan es preparar una instrucción anticipada sobre el cuidado de su salud y firmarla ante un notario, con dos testigos presentes.
Los desafíos éticos que implica la situación se agravan cuando el paciente ya no puede hablar y no ha preparado un documento formal anticipadamente. En estos casos, la ley argentina faculta a los familiares o representantes legales a tomar la decisión en nombre del paciente.
Algunos legisladores manifestaron malestar por la posibilidad de desconectar el soporte vital a alguien que ya no puede comunicarse. El diputado Julián Obligo, del partido conservador PRO (Propuesta Republicana), rogó a sus colegas eliminar esa referencia bajo el argumento de que equivalía a eutanasia al acelerar la muerte.
Dilemas éticos
Sonia Escudero, miembro disidente del partido peronista gobernante, sostuvo que retirar la nutrición y la hidratación podría causar dolor a un moribundo.
Pero expertos en Medicina y Bioética manifestaron lo contrario: que las evidencias científicas demuestran que los moribundos naturalmente dejan de comer y beber por un motivo, que sus organismos se están extinguiendo y que alimentarlos forzosamente les causa dolor. En cambio, sin alimentos ni bebida, el metabolismo produce sustancias que causan un sentimiento de euforia.
Al retirar las sondas de alimentación, «uno hace que pasen su tiempo más cómodos, no menos, cuando están cerca de la muerte», expresó Dan Brock, profesor de ética médica en la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts. «Toda la evidencia indica que no están sufriendo», agregó.
«Esto fue altamente controversial hace 20 años cuando comenzó a debatirse en Estados Unidos y la Iglesia católica aún se opone a ello oficialmente, pero de todas formas aquí ya es ahora un asunto de práctica médica aceptada», agregó Brock.
Por su parte, la doctora Isabel Pincemin, directora médica del Hospicio San Camilo consideró: «una de las cosas más negadas en nuestra sociedad es la muerte. Hay una negación de nuestra finalidad. Hemos perdido el conocimiento que la muerte es parte de la naturaleza, y así tratan de mantener la vida aún en situaciones imposibles».
El origen
La norma comenzó a debatirse luego de que la madre de una bebé en estado vegetativo irreversible desde su nacimientopidiera públicamente la “urgente” aplicación de una ley de “muerte digna”.
En septiembre pasado, Selva Herbón publicó una carta dirigida a la presidenta argentina, Cristina Fernández, para pedirle la aplicación de esta ley ya que su bebé de dos años, Camila, es víctima de una “clara obstinación terapéutica”.
Herbón recordó que tres comités de bioética han desahuciado a Camila, pero los médicos se niegan a desconectar los aparatos que la mantienen viva por temor a una reclamación judicial.
Fuente: observadorglobal.com y El Comercio