10. Argentina: Campaña de activismo permitió sumar denuncias para condenar a un violador
Unas niñas graban spots radiales que se escucharán, un centenar de personas se juntan a fabricar “muñecas combativas” para pedir justicia reparadora, y un puñado de mujeres activistas vuelve a demostrar que el silencio no es salud y que los escraches y el ingenio educan e interpelan de modo único. Así comienza en Neuquén el juicio oral contra el odontólogo David Narváez, denunciado de abusar al menos de dos niñas de 9 años. Sus familias, acompañadas por la colectiva feminista La Revuelta, luchan desde hace un año y medio para que el caso no se pierda en el laberinto de la justicia lenta y machista. Escraches al imputado y acciones callejeras movilizaron a una comunidad que espera que los tres jueces crean en el testimonio de una menor y una joven, que fueron víctimas del dentista que las atendía.
En noviembre de 2011 una mamá se presentó en la Fiscalía de Graves Atentados contra las Personas de Neuquén capital, para denunciar que el odontólogo de su niña de 9 años había abusado de ella.
David Narváez hasta entonces era el “buen dentista”, que ofrecía servicios profesionales en barrios populares de Neuquén por una cuota mensual, familiar y accesible. David Narváez hasta entonces era “el buen vecino”, “el buen amigo”, “el buen colega”, adjetivo prolijamente tallado ante la sociedad que, en sus distintas formas de poder, hoy decide si el hombre es merecedor del calificativo o si es culpable o inocente del delito que se le imputa: “Abuso sexual gravemente ultrajante”.
Todo empezó en 2011, cuando una familia de tantas acude al dentista. Una mamá lleva a su niña de 9 años para una consulta y el “buen dentista” le ofrece enderezarle los dientes “gratis” a cambio de llevar su “caso” a un doctorado que está haciendo. Cualquier padre o madre sabe lo costoso que es un tratamiento de ortodoncia. Imposible rechazar el ofrecimiento.
El odontólogo cita semanalmente a la niña, que acude al consultorio con su madre o su hermano mayor. Ella pasa al sillón del dentista y el acompañante permanece en la sala de espera, donde hay un televisor. A nadie le gusta ir al dentista, y poco tiempo después la niña manifiesta que no quiere seguir. Pero se sabe que los chicos muchas veces se excusan ante iguales circunstancias y hay que recurrir a estrategias motivadoras. La familia alienta a la niña diciéndole cosas como “vas a tener una dentadura hermosa”, “te atiende gratis, qué más podemos pedir”. La niña vuelve al consultorio. Cuando sale pide que le compren caramelos.
La chiquita se anima y le cuenta a una amiguita lo que pasa en el consultorio. La amiga le cuenta a su mamá y ésta habla con la madre de la niña. Inmediatamente hacen la denuncia en la Fiscalía de Graves Atentados hacia las Personas de Neuquén capital. La niña recibe atención médica y psicológica. La causa va al Juzgado de Instrucción N° 2 a cargo del Juez Marcelo Muñoz casi en la navidad del 2011. Se inicia la instrucción bajo el cargo de “Abuso sexual gravemente ultrajante”.
La feria judicial, que no es feria para el dolor de esa familia, sirvió para que las víctimas del odontólogo Narváez, busquen contención, acudan a profesionales y la organización feminista La Revuelta se puso en contacto. No hay verano, no hay descanso, no hay paz para esa familia que, junto a las activistas, resuelven no dejar en paz al victimario, ni a los operadores de justicia lentos. El 25 de abril de 2012 le hacen el primer escrache público en la puerta del consultorio. Por obra del azar, ese día una joven de 20 años pasa por el lugar. Un escalofrío la recorre. Ella también fue a ese consultorio 11 años antes. Ella también fue víctima del mismo sujeto casi a la misma edad que la niña que se animó a contar a su amiguita. La nueva víctima de abuso sexual decidió acudir a la fiscalía a radicar su denuncia. En el juicio contra Narváez será la principal testigo. 11 años antes había contado lo sucedido a sus padres, pero ellos decidieron no denunciar, el papá- que antes pasó por el consultorio a dejar en claro que lo sabía- le ofreció una explicación a la nena: “Hijita, él es un profesional y yo un albañil ¿quién va a creernos?”.
Por fortuna hace pocos meses esta joven vio el escrache, un escrache que le permitió abrir un proceso para sanar sus propias heridas.
La mamá de la última víctima cuenta que llega al juicio fortalecida, pese a todo lo vivido. Y que en su propio aprendizaje capitalizó la importancia de transitar el drama de su hija y de su familia, acompañada. “No conocía a las chicas de La Revuelta y ellas fueron las primeras que me llamaron. Ellas nos ayudaron a no caer, a levantarnos y a no mirar atrás. Sé que hay familias que no denuncian porque tienen miedo, están solas, y las desalienta el maltrato que reciben del propio entorno. Nosotros nos sobrepusimos, salimos adelante y ahora voy donde necesiten ayuda. Lamentablemente a veces te tiene que tocar pasar cosas para que dejes de mirar las cosas como de la vereda de enfrente. Pero lo importante es saber que hay que actuar rápido, que cada vez se denuncia más, que hay redes solidarias que acompañan y que es fundamental buscar apoyo para caminar este tema tan doloroso del abuso junto a otras y a otros”.
El activismo sirvió para acelerar la elevación a juicio y la detención del imputado que seguía ejerciendo su profesión, jugaba al tenis y hacía su vida corriente. La Revuelta pidió a la autoridad sanitaria correspondiente que impidiera que ese odontólogo atendiera a niñas y niños mientras duró la instrucción. “No dejó de hacerlo porque ‘se presume inocente hasta que se diga lo contrario’ –dice Ruth Zurbrigeen, de la Revuelta, que les respondieron desde la justicia-. Nuestro pedido iba contra el garantismo penal, nos dijeron. Explicamos que hay vacíos legales, que las garantías nunca son para las víctimas, que las desigualdades, que los abusos de poder, pero nada… Cuando lo condenen iremos a hablar con el funcionario que nos atendió en salud pública.”
También pidieron la colaboración del Colegio de Odontólogos de la capital, que optó por el silencio corporativo. Ante los hechos, y las demoras en el poder judicial, intervino otra organización de mujeres y familiares de víctimas de abuso sexual infantil, Newen Koñi.
El 29 de agosto de 2012, cerrada la instrucción con pruebas suficientes contra el odontólogo abusador, se elevó la causa a juicio. Un tribunal de tres hombres tiene el caso en sus manos: ellos son Mario Rodríguez Gómez, Andrés Repetto y Alfredo Elosu Larumbe. Para entonces, el fiscal Sergio Velazco Copello, que representa los derechos de la víctima, afirmó a la mamá sus dudas puesto que los abusos sexuales “son delitos difíciles de probar”. Por suerte existen jueces como Carlos Rozanski que nos recuerdan que hay otro tipo de jueces, y otros argumentos que muestran que las niñas no inventan historias de abusos o violaciones y que sí es posible probar el abuso.
El 20 de noviembre de 2012, víctimas y activistas piden mediante una acción pública la inmediata fecha de juicio oral. Silencio total. Escrache temido. El sistema judicial no hace pública la fecha del juicio, pero por fortuna hay aliadas y aliados que filtraron el dato y supieron que el 13 de mayo se iniciaba el juicio oral contra el odontólogo David Narváez, acusado de abusar de por lo menos dos de sus pacientes, niñas de 9 años.
Tribunal condenó a seis años de prisión a odontólogo
En Neuquén, un tribunal encontró culpable al odontólogo tras considerar verosímil la declaración de la víctima a través de Cámara Gesell. La madre de la nena y organizaciones feministas que acompañaron a la familia se manifestaron conformes.
La Cámara Criminal 1 de Neuquén condenó a seis años de cárcel a un odontólogo por “abuso sexual gravemente ultrajante” cometido contra una nena de 7 años que se atendía en su consultorio. El presidente del tribunal, Mario Rodríguez Gómez, leyó la sentencia a puertas cerradas. “Le dije a los jueces que el fallo es muy reparador. Es como un parche que se le pone a una herida”, dijo la mamá de la niña, Graciela Marín. “Estoy conforme con la sentencia porque esta persona va a pagar por lo que hizo y espero que mi hija se puede recuperar por el daño que le provocó”, agregó la mujer.
El fallo condenatorio fue unánime. Lo firmaron los jueces Rodríguez Gómez, Andrés Repetto y Alfredo Elosu Larumbe. La sentencia se leyó en la sede de la Cámara Criminal, en una audiencia a puertas cerradas y sin la presencia del imputado. El fiscal ante la Cámara Alfredo Velazco Copello había pedido 5 años de prisión. La defensora de la Niñez y Adolescencia, Silvia Acevedo, en su rol de querellante, 7 años de cárcel. “Se hizo justicia”, dijo entre lágrimas Marín al salir de la audiencia. “Si mi hija está bien ahora es por todo lo que hicimos nosotros. Estoy más que satisfecha”, aseguró.
Afuera del tribunal, un nutrido grupo de personas convocadas por la colectiva feminista La Revuelta acompañaron a la familia de la nena. “Narváez, Narváez, te venimos a buscar, se te cierra el consultorio, ya no vas a abusar más.” La canción que tantas veces habían repetido en los escraches frente al consultorio del dentista se trasladó ayer al Palacio de Justicia. Muchas mujeres llevaban en sus manos las “muñecas combativas”, hechas de tela y alambre, para denunciar el abuso sexual infantil. “La idea de las muñecas es decirle al odontólogo y a todos los hombres ‘no soy tu juguete’”, explicó Ruth Zurbriggen, de La Revuelta. “Son combativas porque se animan a denunciar”, explicó.
En la sentencia, los magistrados valoraron el testimonio de la niña a través de la Cámara Gesell, el informe que hizo la psicóloga del Centro de Salud Nueva Esperanza, que atiende a la nena, y la declaración de una joven de 20 años que reveló haber pasado por una situación similar cuando tenía 9 años, en el consultorio del mismo dentista.
“Los fallos son mensajes sociales. A los niños y niñas les dice que se animen a denunciar, que la Justicia les va a creer. A la familia, que pueden llegar a conseguir alguna reparación, y para los que cometen estas barbaridades, que no va a haber impunidad”, destacó Zurbriggen.
La defensora de la Niñez y Adolescencia, Silvia Acevedo, informó que “la condena de la Cámara establece que los hechos sucedieron y determinaron la responsabilidad del imputado” y precisó que “para que el fallo quede firme hay diez días hábiles para que los defensores puedan recurrir en casación al Tribunal Superior de Justicia”.
Fuente: Comunicar Igualdad y Página 12.