10. India y Pakistán: Tras la despenalización de la homosexualidad y transexualidad empiezan ya a verse cambios positivos
18. 9. 1. El Tribunal Supremo de Nueva Delhi (India) emitió un fallo histórico, al despenalizar la homosexualidad en India.
El Alto Tribunal dio la razón a la Fundación Naz, que ocho años antes interpuso una demanda contra la norma colonial (de hace 148 años) que consideraba las relaciones homosexuales una «ofensa anti natura». El fallo rechazaba, de esa manera, el artículo 377 del Código Penal, que incluía penas de hasta 10 años de cárcel.
Hemos avanzado de tal manera que no hay marcha atrás», dice Anjali Gopalan, directora de la Fundación Naz. «Se trata de un fallo muy sólido basado en nuestra Constitución», asegura. Incluso el organismo gubernamental de lucha contra el sida, NACO, abogó por legalizar la homosexualidad.
Los medios de comunicación también reaccionaron a favor del fallo judicial. La homosexualidad salió del armario en India. Hasta Bollywood se ha atrevido con películas como Mi hermano Nikhil o Dostana. «Hay una nueva generación de periodistas que ha ayudado mucho», cuenta el pintor Sunil Gupta, uno de los organizadores del Orgullo Gay en Delhi desde hace dos años.
En los hogares indios se ha hablado mucho sobre la despenalización de la homosexualidad, pero no siempre para bien, ya que es tabú. «Sólo un juez de casta baja podía haber emitido ese tipo de sentencia en contra de nuestra tradición», acusa Praveen Singh, asesor legal en Vrindaban.
Los activistas no se cansan de señalar que la tradición hindú no condena la homosexualidad. Algo que atestiguan esculturas y relieves de templos antiguos o el propio Kama Sutra, donde se describe el sexo gay con profusión. «En la complejidad del hinduismo tenemos hasta un dios, Shiva, representado por un pene. No hay que olvidar nuestros siglos de islam ni la mentalidad victoriana de los colonizadores británicos», explica Gupta.
Doble vida
En Nueva Delhi la mayoría de los homosexuales lleva una doble vida. Hasta el fallo, la policía se amparaba en la ley para sobornarles o apalearles. «Se convencen de que no pasa nada con la doble vida, pero creo que puede tener un impacto muy negativo, sobre todo en lo que respecta a la autoestima. Lo primero que el movimiento gay tiene que hacer es reconstruir a las personas», reflexiona Gupta.
En Tamil Nadu, al sur del país, puede que la documentación de sus ciudadanos no señale a su portador como hombre o mujer, sino perteneciente al tercer sexo. En India existe una tradición similar a los eunucos de China que todavía pervive. Se llaman hijras y las cifras hablan de entre 500.000 y un millón de personas. Son mujeres trans vestidas con saris y muy maquilladas que, si todavía conservan el pene, pueden someterse a un tratamiento hormonal.
Se sienten mujeres y la tradición las acepta como tal. «Tienen un reconocimiento religioso, lo que no significa que no estén discriminados», señala Gopalan. Con el paso del tiempo, hijras o transexuales también se dedican a la mendicidad y a la prostitución, al ser casi imposible que les permitan ejercer una profesión.
Los padres venden a los niños de sexualidad ambigua a esta casta o los mismos jóvenes afeminados deciden abandonar a su familia, que normalmente les desprecia, y sumarse a esa comunidad. «Como licenciada en Filología Inglesa y con un máster en Turismo busqué empleo en un hotel. El director me tiró el currículo al suelo y amenazó con llamar a la policía», afirma Pinaki, una hijra de 35 años. «No nos permiten ni limpiar las casas», añade.
18. 9. 2. Tras fallo histórico de Corte de la Corte Suprema de Justicia de Pakistán las personas transexuales comienzan a tener oportunidades laborales
Vestida de mujer y con un aro en la nariz, Shahzadi se acomoda el velo sobre su cabeza mientras ingresa al Consejo del Cantón de Clifton, una oficina estatal de Pakistán que la contrató tras un fallo histórico de la Corte Suprema de Justicia que reconoció la igualdad ante la ley de las personas transgénero y/o transexuales.
«En mi tarjeta nacional de identidad hay una foto mía como mujer, pero señala que mi género es el masculino», explicó Shahzadi, de 38 años.
El Consejo tiene la difícil tarea de recaudar los impuestos y tasas municipales de los residentes o empresas morosas de la acomodada zona de Clifton, en esta sureña ciudad portuaria de Karachi, a unos 1.000 kilómetros de la capital, Islamabad.
Shahzadi y sus tres amigas, Nasira, de 31 años, Aini, de 35, y Riffi Khan, de 33, son las primeras personas transgénero y/o transexuales contratadas por esta oficina pública, después de que la Corte Suprema ordenara en julio de 2009 el reconocimiento de los derechos de este colectivo marginado en la sociedad pakistaní.
Las personas transgénero – travestis y transexuales, entre otras – se identifican con un género (hombre, mujer o ninguno) distinto al biológico. Esto no implica ninguna forma específica de orientación sexual, ya que pueden identificarse como heterosexuales, homosexuales, bisexuales o asexuales.
«A nosotras nos contrató el departamento que recauda los impuestos de los evasores», explicó Shahzadi a IPS. Su supervisor, Kazi Aftab, explicó que una «mayoría de evasores ricos» le deben mucho dinero a la oficina estatal.
A un mes de ser contratadas, las cuatro siguen en etapa de entrenamiento. Por ahora, su alegría no conoce límites ante el hecho de tener un empleo. «Ahora hay algo que me hace ilusión cada mañana cuando me levanto», suspiró aliviada Nasira. «Por fin tenemos un trabajo decente, como al resto de ustedes».
Hasta el momento no ha habido incidentes desagradables en la oficina, como silbidos o miradas recelosas o despectivas, aunque ellas lo temían, agregó. «Preparamos al personal de antemano y les advertimos que se tomarían medidas severas si les decían cualquier cosa inapropiada», señaló el supervisor Aftab.
A las personas transgénero empleadas también se les garantiza protección, incluso después del horario de trabajo. «Pueden llamarme por teléfono las 24 horas del día en caso de sufrir acoso. Minutos después de una llamada, un equipo móvil acudirá al lugar para rescatarlas», explicó.
Una vez que queden confirmadas en sus puestos, las empleadas recién designadas del Consejo de Clifton recibirán beneficios de vivienda y transporte. Ya tienen cobertura de atención médica.
Ridiculizadas y despreciadas, las personas transgénero se han visto obligadas a vivir al margen de la sociedad, y para ganarse apenas la vida recurren a la prostitución, a los bailes vulgares, al canto o incluso a pedir limosna cuando se produce un nacimiento, a cambio de su bendición.
«Antes nos ganábamos la vida cantando y bailando en bodas y fiestas. Lo seguimos haciendo. Pero ahora con tantas mujeres que se sumaron a esta profesión, no podemos competir», dijo Nasira. Por lo tanto, muchas no tienen más remedio que recurrir a la prostitución y la mendicidad. «El espacio para obtener un salario digno se ha reducido para nosotras», señaló Khan, quien es una excepción en su comunidad, porque cuenta con una doble maestría en ciencia política y economía. A pesar de eso, nunca consiguió un empleo acorde a su educación.
Sus trabajos previos, de recepcionista en dos hospitales de Karachi, duraron poco. «Cuando la administración supo de mi condición, pese a que me vestía de hombre, sólo me dijeron que me fuera», recordó Khan.
El fallo de la Corte Suprema respondió a una pedido presentado por jurista religioso Aslam Khaki. El tribunal ordenó al gobierno que apoyara a las personas transgénero financieramente mediante iniciativas sociales, como el Programa Benazir de Apoyo al Ingreso, llamado así en honor de la asesinada ex primera ministra Benazir Buttho y que desde 2008 destina unos 425 millones de dólares a los más pobres.
Como primer paso, ordenó a los departamentos de seguridad social de las cuatro provincias del país que realicen un censo nacional para determinar el número exacto de personas transgénero que viven en Pakistán, cuya población supera los 180 millones de habitantes.
«La Corte Suprema también nos prometió instalaciones médicas, planes de microcrédito, una cuota de trabajo de dos por ciento en todos las áreas del Estado y la inclusión del tercer género en la tarjeta nacional de identidad», agregó Bindya Rana, una respetada dirigente de su comunidad.
Rana, junto con la activista Almas Bobby de la localidad de Rawalpindi, en la centro oriental provincia de Punjab, ha sido la verdadera fuerza impulsora del histórico fallo. «Es un gran paso en la dirección correcta», destacó Rana, que hace sólo dos meses registró su primera organización no gubernamental, la Alianza Interactiva de Género.
«Es un paso que deberían haber dado los políticos y activistas de derechos humanos», dijo Bobby, que calcula la población transgénero de Pakistán en aproximadamente 400.000 personas. La decisión de la Corte Suprema permitió cambios iniciales fundamentales, pero las personas transgénero y los activistas siguen preocupados por las medidas futuras que deberán adoptarse para que se reconozca la plenitud de derechos del colectivo.
«Hasta que resolvamos el tema de la tarjeta nacional de identidad, con la inclusión de una tercera opción de género, junto al masculino y al femenino, no lograremos avanzar», aseguró Rana.
Sin ese reconocimiento formal, las personas transgénero no podrán obtener apoyo financiero de los programas estatales ni encontrar empleo, sostuvo.
Fuente: Diario Digital Transexual