10. Una herramienta contra la violencia en Cuba

Por Dixie Edith. SEMLAC. La construcción de un instrumento para la identificación de la violencia contra las mujeres en Cuba podrá ayudar, sobre todo a los profesionales de la salud, a reconocer este tipo de manifestaciones y brindar mejor atención a las víctimas.

Elaborado por la psiquiatra Ada Alfonso, máster en Pedagogía, Sexualidad e Intervención Comunitaria e integrante del Grupo Nacional de Prevención y Atención a la Violencia Intrafamiliar en la isla, y por la doctora Leticia Artiles, antropóloga y coordinadora General de la Asociación de Medicina Social (ALAMES), el Instrumento Autoadministrado para la detección de Violencia contra la Mujer (ADALE) permitirá «hacer visibles situaciones que se viven en la vida cotidiana y pasan inadvertidas hasta para las propias mujeres».

ADALE, aún en proceso de construcción y validación, está realizado en forma de cuestionario dirigido, con unos 20 aspectos que identifican situaciones de violencia que las mujeres reconocerán y graduarán, mediante un autodiagnóstico, según su frecuencia de ocurrencia.

Los aspectos incluyen todo el ciclo vital de las mujeres porque, según las expertas, ellas pueden haber vivido situaciones de violencia en cualquier momento y está probado, científicamente, que esos hechos dejan marcas importantes para toda la vida.

«El instrumento fue validado en talleres previos con especialistas en el tema y está actualmente en proceso de reelaboración, para luego someterlo a nuevas consultas», detalló Artiles a SEMlac.

Es una herramienta que «permitirá la caracterización sistemática de la violencia contra las mujeres en determinadas poblaciones y favorecerá la planificación y ejecución de intervenciones para la prevención», agregó la antropóloga.

Las autoras parten del presupuesto de que una detección activa de la violencia intrafamiliar, y en especial contra las mujeres, en los diferentes niveles del sistema de salud, contribuiría a visibilizarla y disminuiría las secuelas de las agresiones.

Agregan que el instrumento puede garantizar la identificación de la magnitud del problema, el análisis de las situaciones que motivan y se derivan de ser víctima-sobreviviente; el diseño de acciones y servicios de atención eficiente y la prevención de los daños para el desarrollo y alcance del bienestar y calidad de vida por las mujeres.

Un problema de salud según la definición aprobada por la Organización de Naciones Unidas en 1994, en Beijing, China, se considera violencia contra las mujeres cualquier acto de este tipo basado en el género, que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico.

«La violencia es considerada un problema de salud pública por el impacto que tiene en la vida de las mujeres, en su percepción de bienestar; en los años de vida perdidos, o vividos con discapacidad; pero también por los costos para los servicios y por su impacto en el desarrollo económico y social de cada país», explicó Artiles.



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