11. Cuba: Violencia sutil, también en el umbral del embarazo adolescente

A diferencia de lo que ocurre en otros países de la región latinoamericana y caribeña, la violencia sexual en Cuba no es una causa muy común de la maternidad adolescente.

Sin embargo, investigaciones locales sí advierten de la presencia de violencia sicológica o sutil entre las causas de embarazos en edades tempranas, aseguró a SEMlac la psicóloga Livia Quintana Llanio, quien mantuvo durante 10 años una consulta de ginecología infanto-juvenil y actualmente estudia la fecundidad adolescente para su tesis doctoral.

«Aunque la violencia no ha sido el objetivo explícito de nuestros estudios, hemos podido constatar su presencia, sobre todo, al inicio de las relaciones sexuales, y básicamente desde manifestaciones de presión psicológica», explicó la también magíster en Sexualidad y especialista del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana.

«Ese inicio suele ocurrir de manera no negociada y suele ser la parte masculina de la pareja quien conduce a las muchachas a la relación sexual ’como prueba de amor’, generalmente sin protección», detalló Quintana.

Con ella coincide la también psicóloga del CEDEM Matilde Molina, estudiosa de la violencia intrafamiliar en sus diferentes formas y manifestaciones. Según Molina, «no se debe obviar que muchas de estas muchachas inician sus relaciones con hombres mayores que ellas y reproducen estereotipos de género donde la figura masculina siempre se desempeña desde una posición de poder», explicó.

Mirando atrás

Dianela Ramos* nunca ha estado en la consulta de las doctoras Cintra o Quintana, pero podría perfectamente haber sido una de sus pacientes. Aunque su hija ya tiene siete años y ella está a punto de cumplir los 21, sigue sin gustarle recordar el momento en que fue madre por primera vez, según confesó.

Entonces tenía 13 años, se había enamorado de un popular profesor de su escuela y soñaba con casarse y tener una vida de cuento de hadas. La realidad terminó pronto con todos sus proyectos. Su idealizado maestro era casado y se desentendió del futuro bebé. La familia, en tanto, aunque la apoyó con el embarazo, todavía le reprocha el no haber sido «más responsable».

«Me preguntan por qué no me cuidé. Pero es que todas las niñas del aula estábamos enamoradas del ’profe’ y él se fijó solo en mi. Pensaba que me había ganado un premio que tenía que cuidar y no le negaba nada», rememoró la muchacha, residente en el municipio de Guanabacoa, en la capital cubana.

Ramos nunca se protegió porque a su pareja no le gustaba usar preservativo y le decía que, cuando había amor de verdad, esas cosas no importaban, «pues todo tenía solución». «Yo ni me pregunté si era verdad, solo quería que no me dejara», relató la joven.

Cuando se enteró de que su novio era casado, Ramos estuvo varios meses en consulta de psiquiatría, abandonó la escuela «para no verlo más» y solo pudo recuperar sus estudios varios años después. Ahora está a punto de terminar un técnico medio en Contabilidad, tiene una pareja estable desde hace dos años y está nuevamente embarazada. Aunque le duele, vive convencida de que en unos pocos años tendrá que contarle a su hija la historia de su nacimiento «para que sepa por qué no conoce a su papá, pero también para que no le pase lo mismo», aseguró.

Cifras contrastadas

Una tercera parte de los embarazos que ocurren en América Latina corresponden a niñas menores de 18 años y suelen ser producto de la violencia sexual, la falta de oportunidades y de información, según la publicación «Vivencias y relatos sobre el embarazo en adolescentes: Una aproximación a los factores culturales, sociales y emocionales a partir de un estudio en seis países de la región», presentado en octubre de 2014.

«Las niñas que quedan embarazadas antes de los 18 años rara vez pueden ejercer sus derechos a la educación, la salud, la protección y a un nivel de vida adecuado», asevera el texto elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la organización Plan Internacional, que ayuda a los niños y niñas «de países en vías de desarrollo a realizar su potencial», de acuerdo con su sitio en internet.

En Cuba, indican datos de la más reciente edición del Anuario Estadístico de Salud, en 2014 se reportaron 51,6 nacimientos por cada 1.000 mujeres entre 15 y 19 años, un monto que ha disminuido en los últimos años, desde el pico de 57,3 nacimientos por cada 1.000 registrado en 2011, pero que aún se considera alto.

Las mayores tasas continúan reportándose en las provincias orientales de Las Tunas, Guantánamo, Granma, Santiago de Cuba y Holguín, y aunque faltan estudios profundos y desagregados sobre el tema, pueden identificarse algunas características comunes.

Entre las madres adolescentes cubanas «predominan las mujeres de niveles educacionales bajos, aunque se observa una ligera tendencia a su elevación», advierte la demógrafa Daylín Rodríguez en su artículo «El comportamiento reproductivo de los jóvenes cubanos».

Ese trabajo fue publicado en 2013 por el Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), como parte de las Memorias del Congreso Internacional de investigadores sobre Juventud, realizado en marzo de ese año en La Habana.

«Existe una gran proporción de madres inactivas económicamente, que ha aumentado en los últimos años. En cuanto al estado civil, prevalecen las uniones consensuales, de ahí que disminuye la proporción de madres adolescentes casadas», agrega el citado texto.

Sin embargo, la violencia o el abuso sexual no está entre las causas más frecuentes y sí la desinformación o la ausencia de proyectos de vida definidos, coinciden investigadoras como Quintana y Molina.

«Incluso, cuando analizamos las configuraciones psicológicas de esas jóvenes hacia la maternidad, vemos que estaba fuera de su proyecto: llegaron por no usar adecuadamente los métodos de protección, por presiones de sus parejas o por no tener aspiraciones profesionales claras», había advertido Quintana en una ponencia presentada en el VII Conferencia Internacional de Psicología de la Salud, en noviembre pasado. «Cuando les preguntamos a nuestras pacientes que método de protección usan, la mayoría coincide en citar el condón o la interrupción del coito en el momento de la eyaculación. Como puede fácilmente comprenderse, en ambos casos estos métodos dependen de la acción y de la voluntad masculina. Ellas no están a cargo de tomar las decisiones», explica ahora la psicóloga.

Según Cintra y Quintana, otra forma de violencia es el abandono que ocurre cuando salen embarazadas y sus parejas no asumen la paternidad; «las abandonan y les niegan apoyo: eso también es un comportamiento violento», aseguró Quintana.

«En cualquiera de esas situaciones, las muchachas quedan en un terreno de vulnerabilidad muy evidente y muy difícil de superar» concluyó.

Fuente: AmecoPress.



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