11. España: Cuentos por la diversidad
Luis Amavisca, artista plástico y fundador de la editorial española Nube Ocho, vio cómo sus sobrinos de Canadá aceptaban con naturalidad que su tío fuera gay. En cambio los sobrinos del otro hombre de la relación, un libanés, ni siquiera podían llamarlo “tío”.
Esa experiencia familiar lo llevó a abordar las temáticas de la igualdad y la diversidad sexual en los niños, y qué mejor forma que con cuentos sobre princesas lesbianas y niños con padres homosexuales. Así fue como Luis Amavisca pasó de los museos, donde exhibía poesía visual y fotografía, a las bibliotecas y librerías.
«El lapicero mágico», su primera historia, narra las aventuras de Margarita, una niña con dos papás, y de unos gemelos con dos madres, que conviven sin problema con las características de sus familias. «La princesa Li», el otro cuento, habla de una princesa oriental que se enamora de una mujer occidental.
Cuando el padre le pide que se case con un joven hombre de la corte, ella se niega y debe interponerse a la tradición homofóbica de su reino. “En España ya hay familias homosexuales de hasta tres generaciones, de manera que esta es una realidad que necesita referentes para los niños de ahora”, expresa el escritor, y añade que estos personajes y temáticas van a pasar por una transición como la de las princesas de otras razas en los cuentos de Disney.
Aunque los cuentos están catalogados para pequeños entre los 4 y 9 años, Luis Amavisca dice que el margen está entre los 3 y los 108. “Son temas que necesitan ser aceptados también por los grandes. Los niños que hayan leído estas historias, por ejemplo, no van a boicotear a homosexuales”, agrega.
Nube Ocho no es la única editorial que trabaja esta temática, también lo hacen A Fortiori y Topka (todas de España), que además plantean el divorcio, las adopciones, la discapacidad y la inmigración como cuestiones que forman parte de la realidad.
En el país Ibérico ya hay toda una tendencia de libros con contenidos vinculados a problemáticas y situaciones actuales que se han difundido, sin miradas discriminatorias, con la aceptación de lectores nacionales y de toda Europa y Estados Unidos.
De hecho, Amavisca no ha encontrado barreras para comercializar sus obras: ha recibido buenos comentarios por parte de docentes de escuelas y, aunque la derecha de su país se ha manifestado en contra de los derechos otorgados a los homosexuales (como la adopción y el matrimonio), el gobierno de Málaga (de tradición conservadora) le ha manifestado apoyo.
“Soy un gran soñador, un utópico que cree en una sociedad igualitaria, como lo hacen los niños de El lapicero mágico y La princesa Li”, manifiesta. Los cuentos de Luis Amavisca llegarán a Colombia en marzo a través de la distribuidora Placard. ¿Qué tanta aceptación lograrán tener? Ángela Silva, directora de comercio internacional de la organización, afirma que la venta de este tipo de obras en el país es muy lenta.
Ya han traído historias de la editorial A Fortiori, como «El día de la rana roja» (sobre un príncipe que besa a una rana pidiendo el amor verdadero y esta se convierte en otro príncipe), pero cuando intentan venderlos a bibliotecas y editoriales, generalmente son devueltos o no hay interés en comprarlos.
“Por un lado, es difícil para el usuario decidir comprar estos libros, ya que hay estereotipos que todavía pesan en la sociedad colombiana. También sucede que las librerías no los exhiben correctamente. Uno cree que eso se va a vender como pan caliente en el país, pero no, más hemos vendido, por ejemplo, a la Biblioteca Pública de Texas”, explica Silva.
La editorial Al pie de la Letra, de Medellín, es la que más obras de este tipo ha negociado. Gloria Zea, su directora, dice que cuando los libros llegan, los ubica en la sección de novedades, donde son muy visibles para los lectores. “Muchos los compran, pero cuando intento llevarlos a los colegios, recibo una negativa. Tampoco hay autores en Colombia que produzcan esos contenidos y todo ocurre simplemente porque nos falta educación y lecturas que abran las mentes”, dice.
Fuente: ELESPECTADOR.COM (Mariana Escobar Roldán).