Cibergénero: Nuevas Tecnologías, Brecha Digital y Sexualidad
[1] En la actualidad es imposible pensarnos sin estar ligados o en interacción con múltiples elementos y sistemas que involucran nuevas tecnologías relacionadas con el manejo cibernético de la información y de las comunicaciones.
Hoy en día, por ejemplo, pareciese que los teléfonos celulares fuesen otro apéndice más de los cuerpos, el uso de internet no sólo abarató los costos de las comunicaciones, sino que también nos permite contactarnos instantáneamente con personas en paralelos y meridianos distantes, si así nos lo proponemos. De igual manera, este artículo parece virtualmente imposible si no fuera por el computador personal en el que se está escribiendo, o por las múltiples dinámicas en la consecución de las fuentes utilizadas, o en la infinitud de procesos en que la tecnología ha hecho posible la realidad de este Boletín virtual y mi participación en éste.
Estas nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han revolucionado nuestra forma de relacionarnos con el mundo y con los otros en tan sólo dos décadas, generando cambios en todos los niveles de la sociedad, tanto en lo económico como en lo político, pasando obviamente por lo cultural y lo lúdico. Según Manuel Castells (1999), el cambio que acompaña a las TIC ha supuesto también una transformación profunda en la sociedad, en la cual la información se instaura como el atributo principal de una nueva forma de organización. Esta deja atrás el paradigma industrial para dar paso a la sociedad de la información, basada en un «capitalismo informacional» en el que prima una economía global, conectada en y a través de redes, que va trasladando la riqueza de los sectores industriales a los sectores de servicios [2].
Saber y poder: Acceso y participación
Bajo esta mirada, es necesario ampliar la reflexión planteada y ser críticos frente a las desigualdades que se manifiestan también a través y gracias a las nuevas tecnologías. Se ha hablado de los efectos y consecuencias que ha traído la revolución tecnológica sobre el mundo y su población, sin embargo estos cambios no son heterogéneos en todos los segmentos y por el contrario, han creado grandes inequidades en un mundo con una historia, de por sí, siempre dividida y estratificada. En la medida en que hay grupos poblacionales muy determinados que acceden a las TIC y el nuevo modelo de servicios se instaura dentro de la economía de los países, empieza a generarse desde finales de los años 90 un proceso de visibilización de la denominada brecha digital o divisoria digital (Castells, 1999).
Es así como podemos recapitular sobre la polarización de la población mundial, a la que ya nos introducía Bauman (1998:120), entre viajeros y vagabundos, pero ajustado en este caso a quienes tienen y no tienen la posibilidad monetaria de acceder a las nuevas tecnologías digitales: Para el primer mundo, el de los globalmente móviles, el espacio ha perdido sus cualidades restrictivas y se atraviesa fácilmente en sus dos versiones, la real y la virtual. Por otra parte, dentro de las dinámicas capitalistas globales el espacio real -y ni qué decir del virtual- nunca para de cerrarse a pasos agigantados para todos esos «otros» que viven fuera de aquel primer mundo, para todos esos «otros» localmente sujetos, para todos esos «otros» impedidos de desplazarse y para todos esos «otros» que deben soportar los cambios que sufren las localidades a las que están atados [3].
Cibersexo… Cibergénero
La mayor pregunta que se presenta en esta reflexión, al involucrar la perspectiva de género en este contexto, es justamente la influencia, posible o no, positiva o negativa, de las nuevas tecnologías sobre la sexualidad y el género de los usuarios. Para dar respuesta a estos interrogantes, desde mis intereses académicos y personales, realicé entrevistas de tipo abierto y encuestas a un pequeño grupo de estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia. Sin duda, las posibilidades que brindan todas las nuevas herramientas informáticas son múltiples, por ello lo que pretendo evidenciar en adelante son una serie de características y generalidades que se desprenden de las experiencias a través de comunicaciones mediadas por ordenador [4]. Se busca entonces, aprehender las actuales relaciones de género y sexualidad, nuevas o renovadas, que posibilitan el nuevo contexto de la Sociedad de la Información.
En las conversaciones y encuestas fueron constantes las referencias a experiencias relacionadas con la sexualidad y el erotismo, mediadas por ordenadores y denominadas usualmente por los entrevistados como cibersexo. Al abordar académicamente estas referencias, es posible acceder a publicaciones que desarrollan planteamientos desde distintos enfoques y perspectivas. En ese sentido, más que querer profundizar en cada una de estas manifestaciones, que no sólo implicaría un trabajo más extenso sino también más exhaustivo, voy a intentar agrupar algunas de estas experiencias, siguiendo el trabajo del profesor e investigador mexicano Edgar Gómez Cruz. En su libro, que justamente se intitula, Cibersexo ¿La última frontera del eros?, el autor brinda una conceptualización apropiada de lo que se denomina como cibersexo. Por otra parte, establece una serie de categorías en las que agrupa distintos tipos de sexo virtual, basado en parte a las características expuestas por Gareth Branwyn (2000: 35).
A modo taxonómico, Gómez nos señala 4 tipos de sexo virtual: el primero de ellos, cibersexo «real», se da cuando dos personas, en un espacio interactivo mediado por ordenadores, comienzan a desarrollar una situación sexual que los involucra a ellos. Allí la imaginación y el erotismo juegan un papel muy importante en la calidad y el disfrute de la misma experiencia ya que se carece obviamente del referente físico. Este tipo de prácticas se relacionan con plataformas digitales como las salas de chat de distintos servidores o los programas de mensajería instantánea: AIM, Instant Message, Yahoo, MSN, Gtalk, ICQ y Skype, entre otros.
El cibersexo «fantasioso», comparte con el anterior las plataformas utilizadas, sin embargo este no se basa en la descripción detallada de los movimientos de los dos participantes en los extremos de la conexión, sino en una descripción fantasiosa del encuentro. El cibersexo teleoperado, propuesto como tercer tipo, implica a una persona, desde la distancia cibernética, «guiando» a otras dos (o más) sobre qué hacer y cómo hacerlo. Este es menos común, pero se hizo evidente en una de las encuestas realizadas: la pareja curioseaba con ser swingers sin tener que preocuparse por las enfermedades o por las incomodidades de interactuar con desconocidos. Finalmente, se propone como cuarta forma, el cibersexo como recepción de contenidos multimedia. Este considera también, como experiencia sexual, el simple uso individual de mensajes y contenidos multimedia. En ese sentido esta parece ser la práctica más difundida y utilizada que relaciona el internet con el sexo y, a su vez, con la pornografía, usada mayoritariamente por los individuos masculinos.
Ahora bien, intentar aprehender el concepto de cibergénero, es aún más complicado que intentar definir los límites entre lo que puede ser o no cibersexo. Para empezar, debo plantear que no soy el primero que lo utiliza con el interés de ver las relaciones entre las discusiones alrededor del género y las TIC, por ejemplo, la Universidad de California en Santa Bárbara posee un espacio web que recoge textos relacionados con este tema y otros [5]. Sin embargo, también me parece necesario aclarar que el uso que pretendo darle no corresponde entonces a ningún campo o categoría establecida. Por el contrario, este concepto es una figura metafórica, al modo como se ha utilizado el término «cyborg» por varios autores [6], la cual parte de la existencia de experiencias sexuales particulares mediadas por ordenador. Se pretende así, enriquecer las discusiones sobre las nuevas tecnologías desde la perspectiva de género, la teoría social contemporánea y la antropología.
Por medio de la participación en foros o comunidades virtuales ha sido posible la reflexión sobre las identidades de género de muchos, así como también el empoderamiento de algunas mujeres, respecto a circunstancias que se salen de su realidad y que se hacen cercanas al acceder a contenidos web. El acceso a información sobre salud y sexualidad en el ambiente de anonimato que permiten las TIC ha hecho posible que muchos busquen información o prácticas que debido a miedos o tabúes no se hacen fáciles de vivir o cuestionar en los diarios vivires de algunos encuestados. Los discursos y luchas sobre derechos de parejas homosexuales y derechos reproductivos que se dan en otras latitudes hacen que se desarrollen cuestionamientos individuales y sociales de las situaciones propias y locales al aparecer en plataformas de noticias o de grupos activistas, políticos o de esparcimiento en la red. Así mismo, los encuentros de opinión, las posturas ideológicas, las fantasías e incluso el cibersexo pueden ser puentes hacia los encuentros, discusiones y prácticas físicas que rompen la barrera de lo virtual para incrustarse en las experiencias y construcciones en el campo de lo real.
Ahora bien, el género se relaciona con las subjetividades de las personas en la creación de sus identidades individuales, en esa medida es necesario pensar brevemente sobre la gran pregunta antropológica por las identidades y su construcción. En muchas fuentes se hace referencia a procesos importantes de desterritorialización y fragmentación de identidades en el encuentro con las TIC, así como en el aislamiento de los usuarios de nuevas tecnologías que por un lado, se puede enmascarar en el engaño de las múltiples personalidades, de «habitar» varios espacios, o de experimentar diferentes formas de vida; también se refieren, por otra parte, al aislamiento que se deshace justamente de las conexiones con lo físico: los gustos, secreciones, enfermedades, olores, etc.
Creo conveniente entonces, resaltar el hecho de poder entender el ciberespacio como un laboratorio de las sexualidades y los géneros, en el cual se puede jugar con la construcción de subjetivaciones. Es decir, con tantas identidades como «nuestras posibilidades de recursos simbólicos alcancen y que formen parte de una sola identidad heterorreferenciada. Se abre así, el camino para dar una interpretación propia del mundo, desde todas las perspectivas que se quiera, y que dicha visión sea igual de válida que cualquier otra.» (Gómez, 2003: 50) En congruencia, a través de las TIC no sólo se es receptor del mundo, sino que se participa en la construcción de individualidades, sociedades y mundos más complejos; Se trata entonces, como bien nos indica Tomas Maldonado, «no de una fuga mundi, sino de una creatio mundi» (1994: 90)
Bibliografía
Bauman, Zygmunt (1998). «Turistas y vagabundos». En La globalización: Consecuencias humanas. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económico.
Brawnyn, Gene (2000). Compu-Sex: Erotica for Cybernauts. En The Cyberculture reader. Routledge.
Castells, Manuel (1999). La era de la información: economía, sociedad y cultura. Madrid: Siglo Veintiuno Editores, Vol. 1.
Gómez Cruz, Edgar (2003). Cibersexo ¿La última frontera del eros? Colima: Universidad de Colima.
Haraway, Donna (1991). Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature. New York: Routledge.
Hardt, Michael & Negri, Toni (2001). Imperio. Bogotá: Ediciones Desde abajo.
Maldonado, Tomas (1994). Lo Real y Lo Virtual. Barcelona: Gedisa Editorial.
Masuda, Yoneji (1984). La Sociedad Informatizada como Sociedad Post-Industrial. Madrid: Fudesco-Tecnos.
Mayans i Planells, Joan (2002). Nuevas tecnologías, viejas etnografías.
Objeto y método de la antropología del ciberespacio. En Revista Quaderns de l’ICA, 17-18: 79-97. Disponible en el archivo del Observatorio para la Cibersociedad en http://www.cibersociedad.net/archiv…
Negroponte, Nicholas (1995). Ser digital: el futuro ya esta aquí, y solo existen dos posibilidades: ser digital o no ser. Buenos Aires: Editorial Atlántida.
Piscitelli, Alejandro (1995). Ciberculturas: en la era de las maquinas inteligentes. Buenos Aires: Paidós.
Ribeiro, Gustavo Lins (1996). Internet e a comunidade trasnacional imaginada-virtual. Brasilia: Série Antropologia No. 198. Universidade de Brasilia.
Terceiro, José B (1996). Sociedad digital: del homo sapiens al homo digitalis. Madrid: Alianza.
Wallerstein, Inmanuel (1979). El moderno sistema mundial. México: Siglo XXI Editores.
Fuentes digitales
ITU: http://www.itu.int
Observatorio para la Cibersociedad: http://www.cibersociedad.net
Universidad de California, Santa Bárbara: http://vos.ucsb.edu
Sobre el autor
Jhonnatan Fernando López Vega. Estudiante IX semestre de Antropología, Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá. Miembro del Semillero de Jóvenes Investigadores del Centro de Estudios Sociales (SI-CES), Universidad Nacional de Colombia.
Correo electrónico: fernandolv@gmail.com, jlopezve@unal.edu.co