Disidencia Sexual en México, Bogotá y Buenos Aires. Movimientos sociales y políticas de reconocimiento (1)
Por Héctor Miguel Salinas Hernández (2)
El contexto
Los países del continente latinoamericano presentan desarrollos desiguales. En las décadas de los años setentas y ochentas México gozaba de una “dictadura perfecta” caracterizada por una paz social férreamente controlada por un Estado omnipresente, que garantizaba bienes y servicios a cambio de una obediencia total del pueblo. Por su parte, Colombia atravesaba por un sendero de violencia estructural caracterizado por paramilitarismo, guerrilla y narcotráfico, y Argentina atravesaba el letargo impuesto por una de las dictaduras más feroces y sangrientas de su historia y el difícil regreso a la democracia.
Desarrollo del movimiento
En estos contextos diferenciados surgieron los Movimientos de Disidencia Sexual (MDS), llamados LGBTTTI (3), los cuales han tenido también desarrollos distintos. En el caso mexicano encontramos cuatro décadas de un MDS que hoy se presenta fracturado y desgastado tanto en sus escasos liderazgos como en su capacidad organizativa, más bien reactiva, que ha conseguido resultados focalizados en el ámbito de la capital de la república. En el caso colombiano encontramos un MDS que debido a la situación de violencia estructural debió dejar de accionar durante cerca de dos décadas y que hoy ha conquistado una de las políticas más integrales de reconocimiento de derechos en el continente, gracias al operar político que ha aprovechado la coyuntura ofrecida por los acuerdos de paz y la nueva Constitución. Con respecto al MDS argentino, tenemos que se trata de un movimiento con logros importantes a nivel nacional y que ha sido capaz de construir de manera articulada una agenda común entre distintos sectores del movimiento, consiguiendo con ello, resultados importantes.
Respuesta gubernamental
La respuesta gubernamental hacia las demandas de los MDS no ha sido tampoco igual en los tres casos, debido entre otras cosas al contexto mencionado. En los primeros años del movimiento, el gobierno de México respondió con una no-decisión, que consistió principalmente en dejar pasar-dejar hacer, es decir, frente a identidades no reconocidas por el sistema, el Estado mexicano no promovió, pero tampoco atacó al MDS. En el caso colombiano, el estado impulsó una política de omisión, al no atender de manera deliberada las condiciones de especial vulnerabilidad de las personas no heterosexuales frente al clima de violencia proveniente de distintos frentes. En lo que toca a la Argentina, es claro que tanto el gobierno de facto como el de vuelta a la democracia establecieron una política de combate a las manifestaciones organizativas y políticas del MDS, pues éstas contravenían los principios ideológicos y de control social de ambos modelos.
El presente
Actualmente, los MDS se han visto fortalecidos por dos fenómenos: la globalización, con sus fuertes flujos de comunicación e intercambio de recursos, y la pluralidad propia del modelo democrático-liberal que le acompaña. Así, a partir de los años noventa y la primera década del siglo XXI, encontramos la incorporación de las identidades bisexuales, trans e intersexuales al MDS, que le han dado una gran diversidad y han incorporado nuevas demandas a lo que puede aún verse en forma analítica como un movimiento social, pero que es en realidad la suma de varios movimientos que confluyen estratégicamente.
Asimismo, las respuestas gubernamentales han cambiado, pues existen actualmente políticas específicas hacia el sector, diseñadas exprofeso como respuesta gubernamental frente a la demanda social. De tal suerte, una apretada lista de las políticas más destacadas en los tres países es la siguiente:
México. Prevención de la discriminación a partir de una ley federal que incluye a la orientación sexual, la creación de un organismo público autónomo que vela por su aplicación y la tipificación del delito de discriminación en el Código Penal de la ciudad; tipificación de crímenes de odio por homofobia en el Código Penal de la ciudad; establecimiento de las sociedades de convivencia como acto jurídico que reconoce en la ciudad de México las relaciones de hecho, incluyendo las establecidas entre personas del mismo sexo; modificaciones al código civil que permiten el reconocimiento legal de la personalidad de las personas transgénero;matrimonio universal en la ciudad de México, es decir, sin restricciones por sexo o género y que incluye la figura de la adopción.
Colombia. Reconocimiento de parejas de hecho que permiten registrar una unión de mutuo consentimiento, accediendo con ello a distintos beneficios sociales; reconocimiento de los derechos patrimoniales de las parejas conformadas por personas del mismo sexo; afiliación a sistemas de salud para parejas de personas del mismo sexo, con lo cual se reconoce el derecho a la protección de la salud; otorgamiento de pensiones por invalidez o muerte a parejas del mismo sexo; establecimiento de la obligación alimentaria para parejas de personas del mismo sexo; finalmente, se estableció una ampliación de derechos que consistió en igualar, a partir de la modificación de todas las leyes nacionales, que abordaban derechos familiares, aplicándolos también a las familias establecidas por no heterosexuales. Destaca a nivel de la ciudad capital, la llamada “Política LGBT” de alcance local pero de instrumentación administrativa y no judicial, como las anteriormente mencionadas.
Argentina. Extensión de beneficios de seguridad social por parte de algunas administradoras sindicales de cobertura social hacia parejas del mismo sexo; unión civil que reconoce en la capital federal las relaciones de hecho, incluyendo las establecidas entre personas del mismo sexo; establecimiento de normas del sector salud de la ciudad capital para la atención de personas trans, a fin de no discriminarles; derecho de pensión establecido por la Administración Nacional de Seguridad Social para convivientes del mismo sexo; matrimonio universal con derecho de adopción en todo el territorio de la nación.
Breve evaluación
A lo largo de las cuatro décadas en que las identidades sexuales han buscado un lugar en el espacio público, la realidad mundial ha cambiado radicalmente. Uno de los aspectos en los que más se ha sentido ese cambio en la organización y demanda de la disidencia sexual y en la respuesta gubernamental, ha sido la forma en la que el mercado ha influido en esa relación. La actual visibilidad de las formas de expresión no heterosexual es en gran medida producto del mercado y no del activismo, por lo que es fundamental que los MDS sigan empujando no solo en la construcción de una agenda político-legislativa, sino también en los cambios culturales que requiere la vida cotidiana de las personas no heterosexuales para que no solo el derecho, sino el acceso al mismo, sea una garantía. Y para que las construcciones identitarias definidas a partir del propio mercado, y que son per se discriminatorias por dejar fuera a amplias capas de personas no heterosexuales que no tienen acceso a los beneficios del mercado, como la noción “gay”, sean construidas a partir de otras definiciones, y otras realidades más incluyentes sean posibles.
1 Basado en el texto del autor: “Políticas de Disidencia Sexual en América Latina. Sujetos Sociales, Gobierno y Mercado en México, Bogotá y Buenos Aires”, editorial EON, México, 2011.
2 Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Profesor investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.hmsalinas@prodigy.net.mx
3 Se propone el término Movimiento de Disidencia Sexual porque es más operativo que LGBTTTI, así como por que la noción de “disidencia” expone más claramente la intensión politizada de los actores sociales que lo conforman y su afán reivindicativo de lo que culturalmente se ha señalado como negativo.