El impacto del VIH/sida en América Latina y el Caribe: acciones, limitantes y perspectivas

El impacto del VIH/sida en América Latina y el Caribe: acciones, limitantes y perspectivas

América Latina y el Caribe es una de las regiones donde los números de la epidemia no ceden. En el V Foro Latinoamericano y del Caribe en VIH/sida, celebrado en Perú en noviembre de 2009, las y los involucrados en la lucha contra el sida señalaron las debilidades comunes, entre ellas la falta de evidencia científica que guíe las intervenciones de prevención y atención, así como las resistencias culturales que se materializan en discriminación hacia quienes viven con VIH o sida, lo que limita las acciones para detener el impacto de la epidemia en la región.

A casi tres décadas de la aparición del sida en el mundo, los países de América Latina y el Caribe se perfilan como una de las regiones donde la pandemia va en aumento a pesar de las acciones emprendidas por gobiernos, organizaciones multinacionales y organizaciones de la sociedad civil. Datos recientes del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA) indican que existen 1.7 millones de personas que viven con el virus en los países de la región.

04. El impacto del VIH/sida en América Latina y el Caribe: acciones, limitantes y perspectivas

Algunos factores que contribuyen al crecimiento de la epidemia en nuestros países tiene que ver con la desigualdad social, producto de la inequitativa distribución de los recursos económicos; la falta de políticas públicas asertivas; así como la discriminación y el estigma asociados al sida en sectores históricamente excluidos.

César Núñez, representante de ONUSIDA para América Latina, planteó que uno de los grandes lastres en los países latinoamericanos es que, a pesar de contar con recursos, “el acceso a medicamentos antirretrovirales es tardío; la terapia antirretroviral, aunque haya acceso, se recibe en promedio 12 meses después de que las personas han sido detectadas como seropositivas”, lo que representa una verdadera amenaza para la sobrevivencia. Esto se suma a otros problemas culturales como el estigma y la discriminación, no sólo en los ámbitos de convivencia social, sino desde los espacios gubernamentales.

Un común denominador en diversos estados demuestra que la pobreza afecta más en áreas rurales, donde hay menos servicios de salud y educación, a diferencia de las áreas urbanas, donde se concentran los servicios y las posibilidades de acceder a ellos.

En esta vorágine de problemáticas observadas en la mayoría de países de América Latina, las cifras se pueden considerar “alarmantes” en sectores de mayor vulnerabilidad, como las poblaciones juveniles marginales, los y las trabajadoras sexuales, hombres gays u hombres que tienen sexo con otros hombres, personas transexuales, hombres privados de la libertad, población usuaria de drogas inyectables y poblaciones móviles.

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Estos grupos son los que menos posibilidades tienen para acceder a las campañas de prevención y de sensibilización frente al problema. Entre otros motivos, porque los gobiernos no invierten en estrategias de prevención focalizadas con lenguajes específicos que generen cambios de actitud frente a la sexualidad.

Un problema que va en aumento es el de la transmisión vertical, ya que más de un tercio de los países de América Latina y el Caribe siguen ofreciendo tan sólo una cobertura de menos del 50 por ciento para la prevención, lo que generó que en 2008 se infectaran 6 mil niños y niñas al nacer.

De ahí que una de las prioridad planteadas por las redes de organizaciones civiles de todo el continente es que se integren realmente a las estrategias nacionales, las pruebas voluntarias con consejería a mujeres embarazadas, y además la sensibilización se debe dar en a todos los niveles, tanto en espacios médicos, en la educación formal (en escuelas de nivel bachillerato y universitario), como en los medios de comunicación con mensajes contundentes.

En este sentido, César Núñez planteó que “no es una estrategia gubernamental la que va a resolver el problema del sida en los países de América Latina; en cada país deben integrarse empresas, iglesias, organismos multinacionales, gobierno, academia y población en general para generar cambios sustanciales”.

Falta de datos

A pesar que existen datos generales sobre el impacto de la epidemia en los países de la región, no son suficientes, pues faltan indicadores que permitan una lectura más objetiva de problemáticas específicas de cada país y de sus poblaciones con mayor vulnerabilidad, lo que genera una sensación de vacío informativo para los especialistas al momento de elaborar informes o reportes por país, además que es una limitante para los programas que se pretenden emprender por parte de los gobiernos.

En este sentido, Rubén Mayorga, coordinador de ONUSIDA para Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile, fue enfático al subrayar que no se ha logrado tener información desagregada por población, lo que representa un importante desafío para poder conocer el estado actual de la epidemia y su respuesta.

“La falta de datos específicos por población evidencia la necesidad de fortalecer los sistemas de información nacionales… de esta forma se podrán implementar estrategias más efectivas y específicas donde se requiera”.

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“Al no contar con información fehaciente, palpable, no se pueden materializar acciones focalizadas en poblaciones de mayor vulnerabilidad”, señaló Mayorga, quien consideró que el hecho de que existan leyes que excluyen a sectores sociales por sus actividades profesionales o formas de convivir, provoca discriminación social, que redunda en violencia, tanto simbólica como física; por lo que se requiere que en las acciones para disminuir el impacto de la epidemia se realice un “trabajo multisectorial en donde se involucren instituciones de justicia, educación y salud bajo los preceptos de los derechos humanos”.

En tanto, Carlos Cáceres, investigador de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, fue crítico con la estrategia regional en VIH, diversidad sexual y derechos humanos, ya que no responde a las necesidades reales en prevención, atención y lucha contra la homofobia desde los espacios gubernamentales, por lo que coincidió con Mayorga en la necesidad de construir respuestas desde diversos sectores, “pero de manera articulada, así como de fomentar el compromiso social de los diferentes grupos que tienen que ver con la infección por VIH”.

Estrategias efectivas

Para guiar el desarrollo e implementación de estrategias efectivas de prevención basadas en evidencia, ONUSIDA informó sobre la elaboración de las Guías Prácticas para la Intensificación de la Prevención del VIH. Este esquema y línea de trabajo establece como punto principal que cada país debe conocer su epidemia para poder hacer una planeación estratégica que derive en acciones efectivas.

Por ejemplo: en el periodo 2008-2009, destaca la guía, se incrementó la producción de información estratégica en los países de la región, que muestra datos epidemiológicos; estudios especiales de prevalencia que incluye poblaciones más expuestas; estudios sobre las formas principales de transmisión; economía y financiamiento que permite la medición del gasto en sida; fuentes de financiamiento y categorías de gasto, que permite la actualización de las estimaciones y las necesidades de recursos.

En este sentido, se busca que los procesos nacionales tengan una medición lo más exacta posible, cada dos años, sobre los 25 indicadores acordados como medición mínima sobre la epidemia y su respuesta a nivel global, la cual se planteó durante la Sesión Especial de la Asamblea General de Naciones Unidas (UNGASS) en 2001, que pretende estimular la generación de información estratégica y fortalecer alianzas entre organismos gubernamentales, no-gubernamentales e internacionales.

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Estos informes constituyen una base de datos y evidencias sin paralelos sobre la epidemia y su respuesta. ONUSIDA brinda apoyo financiero y acompañamiento técnico a los gobiernos y organizaciones civiles involucrados en estos esfuerzos a través de la iniciativa “Planificación Estratégica para la Acción sobre SIDA”, implementada por el Banco Mundial, que ha permitido desarrollar planes estratégicos nacionales sobre VIH y sida, basados en evidencia y con enfoque en resultados, en ocho países de América Latina.

Lelio Mármora, Jefe del Equipo Regional para América Latina y el Caribe del Fondo Mundial de la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, fue enfático al subrayar que los recursos de dicho fondo “no deben servir para apalancar lagunas de los gobiernos que privilegian los proyectos en lugar de los programas, sino para repuntar el trabajo comunitario y la inversión focalizada, eficiente y transparente” que permitan abatir los problemas de VIH en los sistemas de salud.

El dinero del Fondo Global en salud aportará 550 millones de dólares para la lucha contra el sida en América Latina los siguientes seis años, los cuales deberán estar destinados a reducir los problemas de VIH en los sistemas de salud de los países de la región latinoamericana.

La asignación de este fondo, que en el pasado ha sido destinado solamente a países de ingresos bajos, es el resultado del trabajo en equipo y muestra que la propuesta tiene capacidad técnica a las respuestas en VIH/sida, además porque busca reducir el problema en poblaciones específicas.

Con esta acción se rompe el mito de la conspiración contra América Latina para no recibir fondos internacionales para VIH, al menos así lo dijo Mormura, quien escuchó las inquietudes de activistas sobre la posibilidad de que el dinero desactive el trabajo de las organizaciones civiles.

Esa idea, dijo, la ha escuchado en otras ocasiones, por lo que hizo una serie de señalamientos frente a activistas de todos los países en el sentido de que los fondos no deben desmovilizar: “Creo que el activismo no se ha perdido… hay un activismo muy genuino, muy fuerte y ejemplar que sin fondos se las ha arreglado todos estos años. El activismo no solo está en la sociedad civil. La sociedad civil no es la dueña del activismo. El Fondo (Global) también es activista con sus acciones y compromiso”… “es normal que en el proceso haya algunas opiniones encontradas, pero en la marcha se van diluyendo las diferencias, porque lo que les quedará (a las organizaciones civiles, a los gobiernos y a los organizamos multinacionales) como prioridad, es colaborar con todos los sectores involucrados… eso nos lo dice la experiencia en otros países”.

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Enfatizó en la necesidad que con la llegada de los fondos, la sociedad civil continúe trabajando con el gobierno en prevención y atención a los sectores donde está impactando mayormente el VIH y el sida. “El gobierno no se deben deslindar de las responsabilidades que le corresponde… el fondo es un complemento”.

Por último dijo que la labor del Fondo Global es financiar proyectos y esperar que los países cumplan con su ciclo y su curva de maduración hasta que por prueba y error generen capacidades. “La única manera de generar capacidad es de abajo hacia arriba”, finalizó.

Sociedad civil

La visión de la sociedad civil organizada durante el IV Foro Comunitario Latinoamericano y del Caribe en VIH/sida ITS, se plasmó en un pronunciamiento en el que señalan las principales demandas de la lucha contra el sida en los países de América Latina y el Caribe.

Algunos de los más importantes tienen que ver con la falta de sensibilización de quienes deciden en los gobiernos sobre la implementación de políticas públicas que estén encaminadas a disminuir el número de nuevas infecciones. Esto tiene que ver con la falta de profesionalización de quienes detentan puestos públicos y la falta de voluntad política para la profesionalización.

De ahí que una puerta fácil ha sido la tendencia hacia la criminalización del VIH en algunos países; aplicar la prueba de detección en sectores poblacionales estigmatizados sin el consentimiento de las personas, y la falta de confidencialidad una vez que las personas son detectadas como seropositivas.

Esas acciones vulnerabilizan a las personas y los sectores estigmatizados, por lo que demandaron un aumento en los esfuerzos de investigación participativa y acciones amplias y consecuentes con las evidencias.

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Frente a la crisis financiera mundial y la situación geopolítica de Latinoamérica, plantearon la necesidad urgentemente de la movilización de nuevos recursos tanto en los presupuestos nacionales como internacionales, que respondan a las necesidades reales de desarrollo humano, para la realización del derecho a la salud, y una respuesta eficaz ante la epidemia del VIH.

Un tema que deambuló en diferentes mesas, simposios y conferencias fue el de los compromisos adquiridos por los Estados, tanto en las Naciones Unidas (UNGASS) como el de la Declaración Ministerial Prevenir con Educación, firmada en México en 2008, pues en la gran mayoría de los países no se conocen los avances o la aplicación de los compromisos de dicha Declaración, por lo que éste tema quedó en el tintero para ser retomado en cada uno de los países por parte de las organizaciones civiles, redes y espacios de discusión internacional.

Una voz muy escuchada en diferentes espacios durante el Foro sin duda fue la del activista ecuatoriano Orlando Montoya, de ASICAL, quien señaló en diferentes mesas de trabajo que una forma de buscar soluciones para contrarrestar la epidemia es empezar por el reconocimiento mutuo de los distintos actores que intervienen en la respuesta multisectorial gubernamental, no gubernamental y los sectores afectados, “lo que puede permitir un enfoque integral para eliminar vacíos que finalmente perjudican a los grupos vulnerables”.

Instó a emitir una demanda generalizada por parte de las redes y organizaciones civiles de toda América Latina y el Caribe que se esfuerzan por emprender acciones para revertir el aumento de sida en sus países, pues aseguró que “los asistentes a este Foro no necesitamos que nos convenzan de nada, sabemos las necesidades, solamente nos faltan resolver los cómos, los porqué y con qué”.

La Marcha

Como en todo Foro o Congreso sobre VIH/sida, las redes y organizaciones civiles participantes optaron por manifestar públicamente algunas de sus demandas. Esta ocasión no fue la excepción, y una nutrida concurrencia salió a las calles colindantes al Museo de la Nación, donde se desarrolló el Foro, para manifestar su indignación ante la injusticia, la discriminación y la falta de políticas que contengan el avance del sida en los diferentes países de América Latina y el Caribe.

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Jóvenes, trabajadoras y trabajadores sexuales, grupos de personas transgénero, activistas gays, mujeres que viven con VIH, y uno que otro funcionario de agencias internacionales que luchan contra el sida, se pronunciaron de manera lúdica por la evasión de responsabilidades en los compromisos internacionales para detener el avance de la epidemia en los países latinos.

Una de las principales denuncias fue la falta de voluntad política de quienes ostentan cargos públicos en los gobiernos de toda la región. “Los gobernantes ven al sida como un problema social, no como una urgencia a resolver”, manifestó un activista de la red latinoamericana de personas que viven con VIH/sida.

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Con enojo y a todo pulmón, lanzaron sendas consignas contra los ministros de educación y salud de América Latina que hasta el momento no han cumplido con su palabra sobre la Declaración Ministerial, firmada el año pasado en México, en la que se comprometieron a emprender políticas públicas transversales de salud y educación.

“Gobiernos, agencias; escuchen nuestra voz, no somos el problema, somos la solución”, denunció el colectivo de mujeres transgénero, quienes se pronunciaron en contra de las vejaciones, asesinatos y discriminación en los servicios de salud y justicia de todos los países hispanoparlantes de América Latina, donde son violentadas, tanto física como psicológicamente, además de desconocerles su identidad de género.

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Entre los contingentes estaba el de mujeres organizadas de América Latina contra el sida, quienes manifestaron su descontento por la negativa de algunos gobiernos a emprender acciones de prevención con información dirigida a mujeres embarazadas.

A manera de conclusión

Este artículo de ninguna manera plasma todo lo que se dijo en el Foro, solamente destaca algunas líneas que permiten tener un bosquejo de lo que debemos tener en cuenta sobre el tema del VIH/sida en los países de América Latina y el Caribe. Es una mirada periodística que pretende abarcar aspectos coyunturales de las discusiones que todos escuchamos durante este evento internacional.

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Esta experiencia nos trae algunas reflexiones que no hay que dejar pasar, como la necesidad imperante de la profesionalización, tanto de las organizaciones civiles, como de quienes gobiernan y toman decisiones políticas en torno al VIH.

Un mensaje contundente del Fondo Global fue que sin técnica, concepto y acción planificada en todos los pasos para mitigar el impacto de la pandemia en los países de América Latina y el Caribe, se está equivocando el camino. Por ello urge que tanto los gobiernos como las organizaciones civiles se profesionalicen, que aprenda a elaborar proyectos trasversales que tengan indicadores para conocer mejor sus epidemias y decidan, con base en evidencias, sobre las acciones a emprender. De lo contrario, se estarán desperdiciándose recursos, aunque lo peor, será que no se está cumpliendo con el cometido de disminuir el número de nuevos casos y atender de manera óptima a quienes ya viven con el virus.

Existe todavía en la mayoría de los países latinoamericanos una separación entre activismo y academia. No se ha podido formular una estrategia que vincule estos dos ámbitos para las acciones. Quienes se dedican a la investigación olvidan que hay mucho que aprender de los y las activistas, y éstos no han logrado tender puentes de comunicación para emprender acciones conjuntas. Tal pareciera que unos están por encima de los otros. Lo que representa una desventaja si se piensa en que son dos espacios complementarios para la elaboración de estrategias, tanto en los ámbitos de la investigación médica, como social.

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Un gran reto que planteó este Foro es precisamente la rearticulación de los diferentes actores que trabajan en la lucha contra el sida. Es necesario que la academia sea un espacio de formación en esquemas metodológicos, que comparta con quienes hacen proyectos, tanto en gobierno, como en organizaciones civiles. Es necesaria la lectura científica-social desde las diferentes disciplinas del saber.

Por último, hay que destacar que la mayoría de los gobiernos de los países de América Latina el Caribe no están cumpliendo a cabalidad los compromisos firmados en los diferentes foros internacionales donde han estampado su firma para disminuir los problemas sociales, culturales y de salud pública vinculados al VIH.

Este factor es decisivo para que se revierta la tendencia en aumento de nuevos casos en todos los países de la región. Un reto fundamental será lograr que gobierno, academia, organismos multinacionales y sociedad civil organizada estén coordinadas para las acciones que detengan (no contengan) el número de nuevas infecciones. Para ello deberán emprenderse estrategias en donde se plasme la voluntad compartida de los diversos sectores involucrados en la lucha contra el sida.

Jonathan Mann, primer dirigente de ONUSIDA, dijo antes de morir, que uno de los grandes retos en la lucha contra el sida no era solamente combatir al virus, sino vencer el flagelo de la discriminación. Y tenía razón, lo podemos constatar después de casi 30 años que sabemos de su existencia.

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Los estigmas culturales en torno al ejercicio de las sexualidades, la homosexualidad y la violencia machista, siguen siendo facilitadores para que más personas adquieran el virus, principalmente en sectores sociales discriminados, tanto de las políticas públicas, como en los espacios de interacción social.

La moneda está en el aire, lo que queda es seguir trabajando, aplicar las experiencias y detener el avance de la epidemia en nuestra América Latina. Es un trabajo compartido. Será un logro de todos y todas y un beneficio para las futuras generaciones.

Sobre el autor

El autor de este texto es periodista especializado en temas de sexualidad, VIH/sida, diversidad sexual, derechos humanos y análisis de medios. Es maestro en Comunicación y Política. Coordina el suplemento Letra S, del periódico La Jornada, México. Fundó en 1998 la Agencia www.notiese.org. Ha sido distinguido con premios nacionales e internacionales de periodismo. Escribe para una decena de medios de comunicación. Conduce dos programas de radio y ha sido profesor de periodismo y radio en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. En los últimos años su expertice la ha permitido capacitar activistas sobre incidencia en medios; además ha impartido talleres con enfoque de derechos humanos, VIH/sida, diversidad sexual y género, dirigido a periodistas y estudiantes universitarios de periodismo y comunicación. j_medina27@hotmail.com

 



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