La cámara fotográfica ante la discriminación

La cámara fotográfica ante la discriminación

En el Perú, el arte ha asumido diferentes formas de encarar la discriminación, en función de contextos y mensajes. Históricamente, ha enfrentado el choque cultural provocado por la conquista española con el enfoque patrimonial y reivindicativo de los dibujos de Guamán Poma de Ayala y el sincretismo del arte religioso y popular, que visibiliza el encuentro de culturas y promueve la interacción entre los rasgos simbólicos y formales de sus representaciones del mundo. En la época colonial, la discriminación por origen étnico-racial es el núcleo de una red de tensiones, que incluyen aspectos religiosos, culturales, económicos, de género. La dinámica social generada en este ámbito aún no ha resuelto sus conflictos y tensiones. Por reacción, el arte ha buscado nuevas formas de abordar los problemas provocados por la discriminación y eventualmente la solución de los mismos. El indigenismo ha proporcionado un ejemplo en esta dirección. Emblemática resulta también la acción de la fotografía, comenzando por Martín Chambi, con sus crónicas andinas. Pero es en la época contemporánea cuando la fotografía desarrolla una mirada plural de investigación y exposición de la discriminación, sobre todo en lo referente a lo étnico-racial, lo cultural, el género, la orientación sexual, la edad y la discapacidad.

En un breve recorrido por el mapa de los proyectos peruanos que incorporan la discriminación como objeto de estudio con fines de concientización y acción sociocultural mencionaría, en el rubro fotográfico, el Proyecto TAFOS(Talleres de Fotografía Social), dedicado al fotodocumentalismo social, que durante 12 años, de 1986 a 1998, promovió la inclusión social, realizando más de 27 talleres y juntando una fototeca con 150 mil negativos.

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Otro proyecto importante fue y es, debido a su continua exposición, “Yuyanapaq, Para Recordar, Perú, 1980-2000”de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, cuyas fotografías recogen la memoria social de los años de la violencia y abren nuevas dimensiones de comprensión y diálogo entre los peruanos.

Su curadora, Mayu Mohanna ha desarrollado varios proyectos que desvelan la discriminación asociada al olvido, la ignorancia, la injusticia como «Sujeto de derecho: relatos sobre inclusión»; y el proyecto sobre historias contadas por fotógrafos vinculados al diario El Comercio en los últimos 20 años “Mírate: imágenes del Perú 2000-2005”.

Un proyecto de singular significación llevado a cabo por Mayu Mohanna, realizado en la Maternidad de Lima entre los años 1999 y 2000, enfocó el embarazo adolescente y, a través de él, la situación de un gran porcentaje de adolescentes sin educación, expuestas a violencia y falta de atención o protección social. Varias fueron víctimas de violaciones, otras sufrieron el abandono, el miedo, el dolor.

Los proyectos trazan recorridos que exploran una amplia problemática. Algunos ejemplos:

Lorry Salcedo documenta y retrata la comunidad afroperuana, indagando su visión del mundo y sus dimensiones culturales en lo cotidiano.

Marisol Regis visibiliza los problemas de la anorexia, relacionados a las consecuencias biológicas y psicológicas provocadas por el esfuerzo de cumplir con un perfil social ideal, que implica la alteración del cuerpo, en una continua lucha contra el peso.

Sergio Urday retrata, sobre fondos de telas pintadas, la ciudad de Lima, a través de la gente que recorre sus calles.

Daniel Pajuelo visibiliza a los habitantes de zonas marginales, a prostitutas y travestis, obreros y campesinos, gente de la calle.

Fidel Carrillo centró su atención en los discapacitados, ciegos, alumnos de los colegios especiales, centros de rehabilitación.

Jaime Rázuri decía: “Es el propio proceso como persona que esta profesión nos da, y el entendimiento de la función social de la fotografía que ello acarrea, el que nos enseña lo que es ético. El respeto por el sufrimiento del otro, solo se conoce cuando el lente fotográfico se ablanda, y la cámara deja de ser una forma de vendarse los ojos que tenemos en el corazón. Cada muerte vista y fotografiada es la de uno mismo en este camino de sensibilización. De pronto encontramos que la única manera de cambiar lo que estamos presenciando, es llevando estas fotos hasta el final, a que cumplan su cometido. Que sean vistas”.

(Mihaela Radulescu)



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