La historia de Piojo

La historia de Piojo

Descansa en paz Piojito y ojalá que algún día ninguna otra mujer trans tenga que morir porque en el país no hay sitio ni oportunidades para ella.

Piojo era una mujer trans como muchas en la ciudad de Lima. Murió poco después de ser recibida y operada en el hospital, tenía muchas esperanzas de seguir viviendo a pesar de las dificultades que tuvo que pasar a lo largo de su vida. Su recuperación era lenta y eso la tenía muy deprimida, quería regresar a Chiclayo donde vive su familia, pero lo débil que estaba se lo impedía. Era prácticamente imposible trasladarla. Piojo murió hace pocos días, mientras su DNI estaba en proceso.

No tuvimos oportunidad de conocerla pero Danielle Villasana, si la conoció: “fue una persona increíble y lo dio todo hasta el final. La extrañaremos profundamente. Su vida terminó demasiado pronto”.

A continuación el artículo que Danielle escribió sobre Piojo en el diario Aljazeera. Si alguien desea colaborar con la familia de Piojo, puede visitar la siguiente página: http://www.gofundme.com/piojo

Transexual combate la tuberculosis, el SIDA y una vida de abuso y la exclusión social*

Por: Danielle Villasana

Pesando solamente 36 kilos, Piojo se sentó derrumbada en su cama situada en un cuarto pequeño y oscuro, con un aire espeso húmedo y estancado. No había luz, no había ventana, no había nadie.

Hace más de 10 años, Piojo, de 30 años, fue diagnosticada con VIH, algo por lo que pudo hacer poco y que mantuvo en silencio. Sin embargo, cuando el virus se combinó con un diagnóstico reciente de tuberculosis pulmonar (TB), su salud se deterioró rápidamente.

26. La historia de PiojoEl Día Mundial de la Tuberculosis fue el martes, destacando una enfermedad que mata a 1,5 millones de personas en todo el mundo anualmente, la mayoría en el mundo en desarrollo.

Como trabajadora sexual transgénero en el Perú, la precaria condición de Piojo no es infrecuente. Parias en una muy conservadora y machista religiosa y transfóbica sociedad, muchas personas transgénero comparten el destino de Piojo.

Según un estudio de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, 30% de mujeres transgénero en el Perú están infectadas con el VIH, una realidad directamente relacionada con «altos índices de trabajo sexual y abuso de drogas, que a su vez están vinculados a la marginación extrema y a la falta de otras opciones para la supervivencia».

“La discriminación y la estigmatización afectan en gran medida su salud”, afirma a Al Jazeera el Dr. Eduardo Matos, quien desde hace 14 años trabaja como especialista en enfermedades infecciosas.

«Ellas piensan mucho antes de salir de su mundo donde se sienten seguras. Venir a un hospital significa exponerse a los abusos y a la discriminación. Ellas lo piensan dos y hasta tres veces y eso pospone su cuidado hasta que terminan en una situación como la de Piojo», expresa Matos.

Cuando el VIH se combina con la tuberculosis, ambas enfermedades avanzan rápidamente. «Ella estaba al borde de la muerte», nos dijo Matos.

Combinación peligrosa

Según la Organización Mundial de la Salud, la tuberculosis es responsable de casi una de cada cuatro muertes entre las personas que viven con VIH en todo el mundo. Las personas que tienen VIH, tienen 20 a 30 veces más probabilidades de desarrollar tuberculosis que las personas sin el virus.

Sólo detrás de Haití, Perú es el segundo país en América Latina con el mayor número de casos de tuberculosis y la primera en las Américas debido a cepas resistentes a los fármacos (TB-MDR). De los 35.000 casos, el 60% vive en Lima, la capital del país.

«Pero, el Perú tiene más recursos que Haití, por lo que la realidad debería ser diferente. Eso significa que el sistema de salud, definitivamente, ha fracasado”, menciona Matos.

Ese mismo sistema de salud frustró que Piojo buscara atención médica de emergencia. Sacudiendo vigorosamente la cabeza, Piojo recordó a un amigo que murió en el hospital, afirmando que la falta de atención adecuada se debió a que era trangénero.

Pero en el caso de Piojo, ella sí se animó a buscar ayuda. «Cuando la conocí, nunca imaginé que su salud estuviera tan deteriorada. Ella era tan pobre. Estaba segura de que iba a morir», dijo la trabajadora voluntaria de salud Myrian Abanto Huapaya, quien animó a Piojo a aceptar la gravedad de su situación.

Incapaz de alimentarse apropiadamente durante semanas a causa del dolor de garganta producto de la infección por clamidia que sufría, Piojo se dio cuenta de la urgencia de ser atendida. Empujada en una silla de ruedas por su amiga, cuando llegó a la sala de emergencias su presión arterial estaba peligrosamente baja y, a pesar de los esfuerzos de los médicos, esta no subía.

El recuento de células CD4 de Piojo, que corresponde a la cantidad de glóbulos blancos que ayudan a prevenir las infecciones, era de 49. Una persona sana promedio tiene 500 a 1.200. Los médicos advirtieron que sin cirugía, un ataque al corazón y la muerte eran inevitables.

Sin tener el Documento Nacional de Identidad, conseguir fondos para la operación fue un enorme desafío. Sin seguro médico, Piojo se dejó a merced de los trabajadores sociales y de la bondad de las personas.

«Fue mi martirio”

Piojo, cuya madre murió cuando tenía cuatro años, fue criada por una familia que abusó de ella, que la trataba físicamente como a una esclava. Ella cocinaba, limpiaba, hacía las compras y vendía en la calle los helados que preparaba. Todo ello comprometió la continuación de sus estudios. Su vida empeoró cuando un hombre de la familia comenzó a abusar sexualmente de ella. «Fue mi martirio,» Piojo dijo a Al Jazeera, con los brazos descarnados cubiertos desde la muñeca hasta el codo con cicatrices delgadas y profundas.

Incapaz de soportar el abuso, a los 14 años de edad Piojo huyó, solución común entre las mujeres trans, cuando se enfrentan a la intimidación constante y al rechazo en el hogar y la escuela. Al estar en una sociedad transfóbica, conservadora, sin apoyo financiero ni emocional, Piojo, al igual que muchas transexuales, finalmente entró en la prostitución. «[El trabajo sexual] es un hecho social total con amigos y enemigos. Su verdadera familia los rechaza, por lo que su familia elegida también está ahí», afirma Ximena Salazar, antropóloga de la Universidad Peruana Cayetano Heredia y una de las principales investigadoras en el Perú en temas transgénero.

Como trabajadoras sexuales transgénero, son altamente vulnerables a la enfermedad, la violencia de los clientes y de la policía, al abuso sexual y al consumo de drogas. Secuestrada en ambientes hostiles durante toda su vida, muchas no ven ninguna salida, lo que resulta en depresión, baja autoestima y auto-abandono.

Según Salazar, los malos hábitos de salud, tales como no comer, el uso frecuente de purgantes, y el abuso de alcohol y drogas pueden conducir a enfermedades como la tuberculosis.

La lucha contra la tuberculosis resistente a los medicamentos «El VIH es uno de los muchos problemas, pero no es necesariamente el único”, dijo Salazar a Al Jazeera.

Cuando Piojo llegó al hospital, muchos temían que no sobreviviría. Huapaya suplicó a los trabajadores sociales del hospital ayuda para pagar sus necesidades médicas y la cirugía que, con el tiempo, le salvó la vida. «Piojo estaba asustada porque se vio al borde de la muerte. Por eso nos permitió hospitalizarla. Antes de eso, ella no quería. Ella es muy afortunada de haber salido de esto», dijo Huapaya.

Una semana más tarde de haber sido operada, Piojo fue trasladada de emergencia a un cuarto aislado. Días después, dos amigos llegaron con un paquete de la familia que la crió. Habían oído acerca de la salud y las complicaciones de Piojo para obtener un seguro de salud a causa de su falta de DNI. Piojo abrió lentamente el paquete – y en el interior había una carta y su certificado de nacimiento. Sonriendo, Piojo contó que la madre de la familia le decía que ella estaba orando y que había planificado una misa en su nombre. «A pesar del abuso, me preocupo mucho por ella mucho. Gracias a ella, sé cómo hacer un montón de cosas, se cómo cocinar» dijo Piojo con una voz suave. «Me sentí como basura, como si estuviera abandonada, pero ya no.»

El domingo, hace poco, Piojo fue sorprendida por algo completamente inesperado. Caminando por la puerta marcada con «Mantener cerrada”, Piojo vio a sus padres sustitutos por primera vez en más de 10 años. Desconcertada por la conmoción, su incredulidad rápidamente se convirtió en sonrisas. «Te dije que no te iba a abandonar», dijo María Ángeles, acariciando la espalda de Piojo. Después de entregarle algunos regalos, la vistió para salir a la calle.

Empujando a Piojo en una silla de ruedas, encontraron un lugar con sombra para sentarse y hablar. Con vacilación, Ángeles rompió el incómodo silencio, preguntándole qué había estado haciendo todos estos años. Piojo relató sus experiencias con las drogas, el encarcelamiento y el trabajo en las calles, Ángeles le dijo que Dios le estaba dando otra oportunidad, la oportunidad de arrepentirse. Sentado en silencio a lo largo de la conversación, el padre sustituto de Piojo, Francisco Alcedo, de repente se puso de pie. «Pero cariño, tienes que dejar de decirle » hijo «y llamarla ’José’. Tienes que aceptarla», le dijo. Inclinó la cabeza, mirando hacia arriba Ángeles le respondió: «Sí, lo sé, lo sé, es que yo siempre lo he conocido como mi Cholito, como mi pequeño ’José’”. Tomará tiempo, paso a paso. Piojo se sentó en silencio. Caminando de regreso a la sala, debajo de los árboles de palma, Alcedo giró su silla hacia la hierba, al decir adiós, le deslizó a Piojo algo de dinero diciendo que era para lo que pudiera necesitar. Más tarde abrió su regalo, una radio en forma de corazón. Piojo fue feliz.

Continuando la lucha

Dos días después de la visita de la familia, Piojo yacía a un lado de la cama, acurrucada como una pelota. Era el sufrimiento de la diarrea crónica, ya no podía comer. «No puedo soportar más esto», dijo y su rostro se retorció de angustia. Mientras la radio encendida transmitía una música de himnos a través del altavoz color rojo brillante. Piojo se echó a llorar, las lágrimas corrían por su rostro.

Como pasaban los días, los tubos intravenosos, oxígeno y alimentación crecieron en número, enmarcando la base de la cama como una telaraña. En cada visita de los médicos, había más malas noticias, nuevas dolencias, más medicamentos. Aunque su seguro médico de emergencia había cubierto la mayor parte de los costos, no alcanzaba para todo y el dinero fue disminuyendo con rapidez.

«Nosotros le estamos dando a los antibióticos más fuertes que existen en el Perú», dijo Matos, explicando cómo muchas enfermedades la estaban ahora afectando. «Ahora, el VIH no mata, son las enfermedades oportunistas las que matan», dijo Huapaya en referencia a la tuberculosis.

No obstante el sufrimiento de Piojo, ella decía que su terrible experiencia había cambiado su vida para mejor. Sus días de drogas y alcohol estaban atrás al momento de prometerle a Dios que había dejado atrás su problemático pasado.

«Tengo mi DNI, mis amigos y mi familia. ¿Qué más puedo pedir? Sólo quiero salir de aquí», dijo Piojo.

Actualización

Piojo lamentablemente falleció el 31 de marzo, debido a complicaciones de la enfermedad.

* Artículo aparecido en Aljazeera el día Internacional de la Tuberculosis el 24 de marzo de 2015. Accesible en:http://www.aljazeera.com/…

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