Laicidad, diversidad sexual e inclusión social
En CiudadaniasX creemos firmemente en que los derechos de todos y todas sean reconocidos y no ser discriminados por nuestras diferencias, cualesquiera que éstas sean: género, raza, edad, condición social o idioma, luchamos por la inclusión y la ciudadanía de todas y todos.
Por ello en esta emisión del Boletín y bajo el título“Laicidad, diversidad sexual e inclusión social”,reflexionamos y llamamos la atención especialmente sobre aquellas diferencias que son menos aceptadas y generan polémica y oposición a todo nivel en nuestras sociedades. Nos referimos a la orientación sexual y la identidad de género. Recientemente se está proponiendo desde el Municipio Limeño una Ordenanzaespecífica que garantice que no exista discriminación por la orientación sexual e identidad de género de personas en ningún local comercial ó público. Las discusiones que se han generado llevan a poner nuevamente sobre la mesa, la necesidad de un estado laico real, ya que además de ciertos actores de la sociedad, son las confesiones religiosas (la jerarquía de la iglesia católica y una parte de la iglesia evangélica más conservadora) las que más han alzado su voz en contra y si bien es cierto que cualquier persona puede plantear sus posiciones frente a cualquier tema, el Estado siendo un Estado laico debe velar por el respeto de los derechos de las personas considerando sus diferencias ya que eso permitirá sociedades inclusivas y con ciudadan@s plen@s.
Es así que en este boletín incluimos a Daniel Jones quien en su artículo “Política y religión en la Argentina contemporánea: Actores evangélicos en los debates sobre sexualidad y derechos” empieza diciendo que las “religiones son una dimensión política fundamental en las sociedades contemporáneas”. A partir de la presencia de las iglesias evangélicas en Argentina describe un escenario plural, dinámico y conflictivo en lo que a temas como sexualidad y familia se refieren y que va dejando atrás el supuesto consenso religioso contra los derechos sexuales y reproductivos que proyecta la jerarquía de la Iglesia Católica y otros sectores conservadores.
Explica cómo las intervenciones evangélicas pueden actuar cohesionadamente en otros asuntos pero que se encuentran divididos en dos polos, uno más cercano al respeto de los derechos humanos y liberacionista, que ha estado a favor del reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo; y otro más conservador y cercano a la jerarquía de la Iglesia Católica que se ha opuesto tajantemente. Él plantea que en Argentina no solo hay pluralismo religioso sino también pluralidad en una misma tradición religiosa como la evangélica.
En el artículo “Estado laico e ampliação dos espaços democráticos: Quando subtrair é a melhor maneira de somar”, Fernando Seffner desde otro ángulo y de manera casi metafórica, plantea cuál es la mejor manera de establecer conexiones adecuadas entre las políticas públicas relativas al género y la sexualidad y las afiliaciones religiosas, se responde que es dentro de un Estado laico, ya que este garantiza espacios públicos inclusivos y permite la libre expresión de la diferencia, de cualquier índole. Para Seffner, para vivir en sociedad es necesario que se garanticen espacios tolerantes, en donde se respeten las diferencias. Al igual que Jones menciona la existencia e importancia del pluralismo religioso añadiendo la autonomía de los fieles para actuar y tomar decisiones de acuerdo a sus circunstancias.
Violeta Barrientos en su artículo “Nuevos aires andinos: ¿Perú pluricultural, laico y democrático?” plantea que el reciente gobierno peruano tiene desde un inicio expectativas ambiguas frente al Estado laico, pues si bien en un inicio identificó a la iglesia como uno de los factores que debilitaba la democracia, luego, en plena campaña se vio obligado a declararse “conservador de la tradición católica”.
Esto pone en duda que tan dispuesto esté el nuevo gobierno a hacer cambios radicales, más aún cuando a su juicio, el Perú se encuentra en el estado previo al reconocimiento de responsabilidades del propio Estado en relación al poder eclesial. Por otro lado, Barrientos nos plantea que si bien el reconocimiento de un Estado laico es un gran avance en la consecución de autonomía social, no opera como causa efecto sobre los derechos sexuales y reproductivos, ya que se necesitará que el Estado norme y haga efectivo el cumplimiento para garantizarlos. No descarta, sin embargo, que cualquier avance en la modernización del Estado y el “reconocimiento de la pluralidad cultural añadiría en la democratización del mismo”.
Martín Jaime Ballero en su artículo: “Las políticas sobre las personas TLGB en el Perú: Límites y desafíos”luego de plantear y hacer un análisis sobre las razones por las cuales el Estado peruano aún no asume su responsabilidad de crear una cultura política que integre las demandas de la población TLGB a través de la implementación de una ética y gestión públicas, señala la intervención de los discursos religiosos dentro de cualquier intento por parte de la sociedad civil de obtener una normativa que vele por el cumplimiento integral de los derechos humanos de la población, especialmente los referidos a la comunidad TLGB. Para este autor existen causas históricas: la iglesia se ha hecho de una posición y convertido en una fuerza política que afecta el carácter del Estado y de la ciudadanía. Plantea cómo en la modernidad se ha ido incorporando el campo religioso en el ámbito privado como una estrategia discursiva que permite diseminar el discurso pastoral en otros lenguajes concebidos como “seculares”; y analiza esta situación en el caso peruano, proponiendo la incorporación a la religión a lo público a fin de que pueda entrar a plantear y discutir sus argumentos.
Finalmente, Ciudadaniasx ha entrevistado a Eliana Cano, Coordinadora de Católicas por el Derecho a Decidir (CCD)en el Perú, un movimiento de personas católicas y católicos que tienen como propuesta política defender los DDHH, especialmente los derechos sexuales y reproductivos de las personas. Las CCD partiendo de una experiencia de fe y valiéndose de la teología feminista, toman distancia de dogmas que vienen de la jerarquía católica y que pretenden convertirse en un mandato único del comportamiento de todos los feligreses. Cano nos presenta algunos resultados de un sondeo de opinión de los católicos “de a pie”, que evaluó varios temas de salud sexual y reproductiva y donde el 76% señala que la homosexualidad no es una enfermedad y tampoco la conciben como castigo, lo cual va en contra del planteamiento religioso “en donde no están en el proyecto de Dios”. Asimismo el 53.3% opina que la Iglesia no debe intervenir para evitar que existan matrimonios o uniones del mismo sexo. Hace un hincapié en la importancia de la diferenciación de los servidores públicos de sus creencias religiosas. Saluda en el marco del Estado laico la iniciativa de la Ordenanza Municipal que promueve en la Región Lima el derecho a la igualdad y no discriminación por razones de identidad de género y/u orientación sexual como una normativa valiosa y necesaria; pero plantea también que para que esta sea una realidad todos y todas deberemos ser más tolerantes y respetar a los que no son como uno/a.