Una experiencia de activismo cultural desde la mirada de una artista

Una experiencia de activismo cultural desde la mirada de una artista

“One learns through performing, then performs the understandings so gained” Víctor Turner

02. Una experiencia de activismo cultural desde la mirada de una artistaHace poco más de un año recibí la invitación del Instituto de Estudios en Sexualidad y Desarrollo Humano (IESSDEH) y el proyectoCIUDADANIASX para participar por segunda vez en un proyecto de creación para la sensibilización social que se promueve desde laUniversidad Peruana Cayetano Heredia. Cada invitación es una experiencia de trabajo única, ya que el trabajo está planteado como una construcción vivencial, constante y activa de los miembros que integran el equipo. Esta vez, como en ocasiones anteriores, el grupo de trabajo estuvo conformado por un colectivo interdisciplinario de estudiantes y profesionales provenientes de variadas carreras, como: artes escénicas, artes plásticas, artes visuales, comunicación, administración y medicina. La convocatoria de acción es amplia y flexible, ya que es vital que sean los propios integrantes del grupo, en íntima dinámica con los profesionales del IESSDEH, quienes definan tanto el diagnóstico de la situación o las situaciones que se desean emplazar, así como la manera de hacerlo. En esta oportunidad el reto que se planteó fue ubicar un área de interés para el colectivo que incidiera en el estado actual de los derechos y las políticas públicas vinculadas básicamente a la población LGBT (lesbianas, trans, gays, y bisexuales) para luego poder desarrollar un plan de trabajo a partir del cual sensibilizar a la población civil acerca de las conductas que generalmente se desarrollan entre la llamada población heteronormativa y la población “excluida”.

El tema que se decidió trabajar fue la exclusión como fenómeno humano. A partir del testimonio de varias personas afectadas y agredidas directamente, de flagrantes actos de discriminación, acoso y maltrato contra ciertas comunidades que vemos a través de los medios y que son espectacularizadas, y además, y de manera muy interesante de una evaluación crítica de nuestras propias conductas sociales; pudimos convenir que la discriminación esta en todas partes y en todos nosotros y que surge a partir del miedo a lo desconocido. Esta operación de incluirnos dentro del diagnóstico y no considerarnos por encima del fenómeno de exclusión, hizo posible que las acciones que se plantearan fuesen más amplias que la comunidad LGBT, pudiendo incluir a tantas otras minorías que conforman nuestra diversa población nacional.

Quisiera rescatar 3 factores por los cuales considero que este tipo de trabajo es muy enriquecedor y transformador tanto para el que lo realiza como para la población a la que está dirigido. El primero es la experiencia de generar conocimiento y acciones desde un grupo pluricultural y de manera experiencial. Tal grupo por definición debiera ser inclusivo, por lo cual el ejercicio de esta premisa se convirtió no solo en una herramienta didáctica de trabajo sino también en una constante llamada a nuestra conciencia sobre cómo abordar los temas y qué cosas tener en consideración. Para poder trabajar con las experiencias de los demás es necesario conocerse, conocer los intereses e inquietudes del grupo a partir de una mirada reflexiva. En primer término nos plantea definir quiénes somos, cómo nos ubicamos en relación a las poblaciones minoritarias y/o excluidas. Asimismo nos plantea cuestionar el por qué de estos comportamientos, su carácter temporal y cultural, y con ello reflexionar acerca de la presencia de las dinámicas que inevitablemente se desarrollan entre saber y poder, entre representador y representado, entre discurso oficial y discurso extra oficial. Asumir y constatar que el tipo de saber legitima el poder sobre los otros y si ese saber está además acompañado de un proceso de representación que genere un lenguaje o una imagen, aquella tendrá la doble función de representar y vigilar.

El segundo punto es justamente preguntarnos acerca de la heteronormatividad. Si lo que sabemos afecta lo que miramos y lo que vivimos, en tanto como lo incorporamos y lo hacemos propio, hay que reconocer que existen estrictas reglas y códigos –algunas tácitas y otras no- que definen cómo debemos “aparecer”. Aquellas personas que no se sujetan a las convenciones de su cultura y no se presentan de manera adecuada para el resto de la sociedad, son consideradas subversivas en lo que respecta a los códigos sociales básicos y corren el riesgo de ser excluidas y en algunos casos amonestadas por el Estado o por la sociedad civil. Todo ello nos lleva a pensar en cuál es la manera correcta de moverse en la frontera entre el yo y los demás, en ese espacio común entre el individuo y el mundo social, entre lo privado y lo público. Sin embargo estas reglas y códigos son contratos sociales que fueron establecidos dentro de un marco de tiempo y espacio. Contratos que no son perpetuos o eternos, el individuo está constantemente construyendo su identidad en relación con su entorno y al hacerlo se pregunta si está de acuerdo o no con las convenciones, se pregunta cuánto de este comportamiento es un aprendizaje social que heredamos y que no nos detenemos a cuestionar. Y finalmente cuáles son las cosas que estamos dispuestos a cuestionar y a cambiar y en qué medida.

El tercer punto sería la decisión de abordar el trabajo a partir de una experiencia preformativa y de acciones de arte que implican relacionarse con el público bajo un esquema de creación conjunta como un proceso de vivencia que in–corpore es decir que se inscribe en el cuerpo y que asume al cuerpo como lugar de la experiencia. La experiencia de trabajar en la calle con un público absolutamente desconocido y variado implica validar y potenciar lo desconocido. Implica también asumir que cada uno es agente activo de su propia vida y no solo un mero espectador. Esto entonces funciona bajo un esquema diametralmente opuesto al temor a lo desconocido, – que genera un comportamiento como la discriminación- y utiliza una vía de acceso al conocimiento que no privilegia solo lo mental sino que lo combina con lo corpóreo en una suerte de unión del discurso y la práctica en el ser humano que lo realiza y/o que lo vive- disolviendo las marcadas diferencias o distancias entre performador y público.

En cuanto a los contenidos y textos, las acciones buscan crear una nueva representación del mundo, una nueva imagen del mundo que responda y refleje las dinámicas de relacionamiento que en él ya se presentan. Para ello utiliza técnicas provenientes del mundo de las artes como los procedimientos de “extrañamiento” que intentan mostrar desde una nueva perspectiva una conducta que nos parece normal, justamente por su carácter de normada para cuestionar la propia normatividad. Utiliza la apropiación de códigos, lenguajes, imágenes conocidos y de lugares comunes, en una propuesta desmitificadora, deconstructiva cuyo propósito es poner en escena, antes que la representación misma, los procesos a través de los cuales ésta obtiene su codificación social, para así al mostrar lo hegemónico, poder levantarse ante ello y oponerse.

Sobre la autora
Rocío Gómez es artista plástica egresada de la Pontificia Universidad Católica del Perú, actualmente se dedica a las artes visuales y también trabaja en escenografía y vestuario. Expone en Galería Vertice 5ta individual en el año 2010. Ilustra libros y cuentos de niños. rogomaz@gmail.com



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